Las similitudes entre esta Región en la
que vivimos y la provincia de Almería son muchas, desde sus avatares históricos
hasta la comida, pasando por el paisaje y el clima. Incluso en otras partes de
España confunden el acento murciano con el almeriense. Por fin, nos acercamos a
la capital de la provincia vecina andaluza y en febrero paseamos por las calles
de Almería, ciudad que alguna vez todos hemos visitado, pero que es bastante
desconocida.
Muchos son los tópicos sobre Almería, que
si no hay nada allí, que si películas de vaqueros, que si Bisbal... Nuestra
excursión fue muy constructiva para situar y darle el peso que merece este
lugar. Después de diez años sin visitarla, me reencontré con una ciudad más
bonita y cuidada, puesta en valor especialmente en su centro histórico. Pudimos
disfrutarla acompañados de una excelente guía turística, orgullosa almeriense
de adopción (como muchos de los que vivimos en Murcia, que ya nos sentimos
hijos adoptivos, aunque hayamos nacido en otros lugares).
Nos costó llegar, pero tras dar un paseo
cuesta arriba llegamos a la impresionante Alcazaba. Es uno de los conjuntos
monumentales y arqueológicos árabes más importantes de España. Construida en el
siglo X, ha sufrido diferentes modificaciones que nos permite observar cómo
evolucionó la arquitectura durante la dominación árabe. El conjunto está
compuesto por albercas, recintos amurallados, jardines, cada uno de ellos con
su historia real y sus leyendas. Aunque el estilo nos pueda recordar a la Alhambra,
en la Alcazaba todo está envuelto en la austeridad propia de su cometido
militar. Desde el cerro en el que se sitúa, la panorámica es impresionante por
la vasta extensión que se aprecia y que, en su momento, tuvo una importancia
estratégica de defensa incomparable. Sin duda, la imponente muralla que aún
permanece en el cerro de San Nicolás da buena muestra de su capacidad de defensa.
Ya en el centro histórico, paseamos por sus calles y sus puntos más
emblemáticos. La plaza de la Constitución, también conocida como plaza Vieja,
lugar que en época musulmana se encontraba el zoco, ha mantenido ese carácter
de centro social hasta nuestros días. Hoy en día alberga la sede del
Ayuntamiento de la ciudad y el Monumento a los Mártires de la Libertad en el centro
de la plaza.
En las calles colindantes, destacan
muestras históricas tan especiales como el convento de Santa Clara y, sin duda,
la Catedral de la Encarnación. Esta construcción llama mucho la atención por su
estructura de fortaleza, muy diferente a la presencia que otras catedrales
tienen.
Por la tarde, fue la visita guiada al
Museo de Almería el que centró nuestra atención sobre su historia arqueológica
desde la cultura argárica hasta la musulmana. Es un lugar que realmente merece
la pena visitar, no sólo por el contenido de la exposición sino por la forma en
que lo hace. Consta de tres plantas, por las que se distribuye la colección,
que tienen como eje común una enorme columna de estratos desde la planta baja
ascendiendo hasta el techo del edificio, de forma que los diferentes periodos
históricos tratados en cada piso coinciden con los estratos de la columna.
Después de todo, esta ciudad conocida
por el nombre de la atalaya en lo más alto del cerro de su Alcazaba,
Al-Mariyyat, tiene mucho que ofrecer. Nosotros lo disfrutamos durante esta
excursión. Aprovechemos este año, en el que Almería es la capital española de
la gastronomía para disfrutar de esta y otras maravillosas facetas que ofrece.
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