Ana Contreras Elvira, doctora en Arte
Dramático, ha realizado un excelente proyecto escénico sobre la vida de Juana
Vázquez Gutiérrez, conocida como Juana
de La Cruz.
Esta mujer, con fama de santa en vida y después
de muerta, natural de Azaña, hoy Numancia de la Sagra, población de unos 5000
habitantes de la provincia de Toledo en la ruta hacia Madrid., vivió entre 1481
y 1534.
“La santa Juana de la Cruz, como la
denomina la devoción popular, perteneció a la III orden de San Francisco y fue
párroco, abadesa, teóloga, santa
viva, mística, visionaria, consejera de Cisneros, Carlos V y el Gran Capitán,
quizás transgénero, pero también escritora, dramaturga, directora de escena,
compositora y actriz. Su figura ha inspirado varias obras de teatro, como la
trilogía de Tirso de Molina.
El proyecto trata de
reivindicar su obra, por lo tanto la dramaturgia se ha compuesto a partir de
textos originales extraidos de los libros escritos por ella y las monjas de su
comunidad: El Conhorte, Libro de la Casa y Monasterio de Nuestra
Sra. de la Cruz, y Vida y Fin
de la bienaventurada virgen santa Juana de la Cruz.
La oportunidad del proyecto
se fundamenta en varios motivos: la extraordinaria riqueza teatral, literaria y
espiritual de la obra de Sor Juana. A pesar de ser considerada una de las
madres de Santa Teresa, su trabajo es prácticamente desconocido todavía y
precisamente uno de los propósitos del proyecto es editarlo y difundirlo. En
segundo lugar, la vida de sor Juana transcurre e incide en un momento
fundamental de la historia de España y conocer su figura permite ahondar en esa
historia y en otros personajes relevantes, como el cardenal Cisneros, de quien
en 2017 se celebró el V centenario de su muerte. Por último, Sor Juana sigue
siendo venerada en Cubas de la Sagra y en muchos otros lugares, y recientemente
el papa Francisco anunció su intención de
impulsar la causa de canonización tras varios siglos de espera. Este hecho y la
celebración del V centenario de Cisneros nos permiten afirmar que es este el
momento oportuno para rescatar la obra teológica y teatral de esta santa viva”.
Ana Contreras Elvira
Ana Contreras Elvira
ha realizado un admirable trabajo, difícilmente igualable: en la selección del
personaje, su labor de investigación, el desarrollo del proyecto, su
preparación para llevarlo a escena, la misma labor de la escenificación. Muy
completo, excelente, lo suficientemente bueno para atraer la atención de un
público de principio a fin, hasta absorberlo.
Ana ha puesto en
valor, usando la expresión aplicada a los edificios históricos, a un
interesante personaje de la época más dinámica de nuestra historia, de la que
desconocíamos hasta su existencia. Si su prestigio se diluyó en el tiempo tal
vez se deba a que los responsables jerárquicos de la Iglesia, como el resto de
los humanos, no exento de aciertos y errores, vicios y virtudes.
Otro acierto y más
importante de nuestra autora y directora, al elegir este personaje, es la
oportunidad y vigor actual de la protagonista. Por supuesto, es una monja muy
activa, enérgica, polifacética; pero llama especialmente su condición de
predicadora y regente de una parroquia al amparo del Cardenal Cisneros y la
correspondiente bula papal.
Ana nos había dicho
en la presentación de la obra que la protagonista seguía estando de actualidad.
Algo parecido ha sucedido con Antígona y Con Fuenteovejuna, de cuya representación
hemos disfrutado este mismo año.
Estas heroínas han
demostrado su valor, defendiendo sus valores morales, su dignidad. Aquella,
antecesora de Teresa de Jesús, mujer polifacética en el ámbito cultural y
religioso, como muy bien ha descubierto y revalorizado Ana Contreras, acaso
mereciera también ser declarada doctora y santa. El estricto Cisneros debió ver
algo especialmente valioso en esta mujer para amparar su predicación, que
habían prohibido sus superiores franciscanos, tal vez escandalizados de que una
mujer osara predicar y más que regentara una parroquia, aunque fuera con el
pretexto de obtener fondos para esta orden mendicante.
Esta mujer rompe el
tabú de que la mujer pueda ser responsable de actos religiosos como la
predicación pública y la dirección de una parroquia. Supongo que la celebración
de misa o administración de sacramentos ni siquiera se plantea en la Iglesia
Católica y las demás iglesias cristianas. ¿Y por qué no? Para mí, por supuesto es mi
opinión personal basada en la observación, los seres humanos son igualmente
capaces para la inmensa mayoría de las tareas que ofrece la vida. La supuesta
capacidad o incluso tendencias o más aún actitudes son, como ser más pasivo o
más activo, considero que son más bien fruto de las tradiciones culturales y
sobre todo religiosas que nos han sido dadas. El pueblo de Israel hacía censos
desde muy antiguo, pero no incluía las mujeres y los niños, sólo los varones
adultos.
En ese auto “se trata de un espectáculo litúrgico, un
concierto dramatizado o una dramatización concertada, en el que a través de la
música se da la unión mística.” Estas actrices monjas lograron tal armonía
y dominio de su papel que resultaba difícil, incluso para alguien que conozca
la conventual habitual, distinguir cuándo era rito religioso y cuándo
coreografía del guión. Tanto si cantaba el coro como si lo hacía una sola la
voz resultaba de gran belleza y grata al
oído. “hemos escogido música medieval
conventual compuesta e interpretada por mujeres. En concreto, el Codex del
Monasterio de Las Huelgas de Burgos y la música de Hildegard von Bingen”.
Esta santa y mística
alemana es muy anterior a Juana de la Cruz, pero la guionista ha encontrado
similitudes para elaborar este sublime auto sacramental que nos mantuvo
absortos durante hora y media a varios cientos de espectadores. Es que, además,
a esto se añadían textos leídos, originarios de la santa, así como recitaciones
que alcanzaban una emoción, un sentimiento y un vigor difícilmente superables.
Con toda sinceridad,
los que hemos disfrutado de este bello auto nos podemos sumar a la admiración y
el elogio, recibidos en este país y otro de Europa y América.
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