El sábado, 3 de noviembre, en el local de la
Asociación de Vecinos de La Azohía, por mediación de José Agüera, la Junta
Directiva, se celebró una extraordinaria conferencia de especial interés para
nuestro entorno de Bello Rincón.
Se exponía una amplia y detallada información
sobre La Cueva del Agua a cargo de algunos de sus más significativos
investigadores: José Luis Llamusí, Andrés Ros, Juan Sánchez y Gemma Beltrán En
esta charla el ponente ha sido Andrés Ros, que ha realizado una exposición
compleja, pero muy organizada y brillante, que, finalizada, la han completado
sus compañeros, especialmente Juan Sánchez, que había estado esa mañana
recorriendo las galerías.
Se inició la exploración en 1977 y adquirió
un impulso programada y constante a partir del año 2000. Con fecha de agosto de
2018 se computan 4.350m lineales de galerías explorados, que, como tela de
araña, se extiende desde el Camping de los Delfines, la citada Cueva, el Baño
de La Marrana, hasta La Cueva de la Higuera. Se ensancha ladera arriba del
Cabezo del Horno, con la Cueva Destapada, la Sima, Tío Agüera… Suponen que
puede haber otros agujeros al exterior sin descubrir aún.
Han realizado planos fotográficos bastante
exactos, sin alcanzar la precisión con que se harían en el exterior. Según
ellos, ahora estarían explorando bajo el subsuelo del Colegio Público. Se trata
de cuevas hidrogénicas o hidrotermales, que alternan la galerías amplias como
la sala Cartagena y pasos estrechos como
el de Juan Sánchez. Son formaciones rocosas calcáreas, que se han ido transformando
a lo largo de largos periodos de tiempo, lo que ha dado lugar a un barro muy
fino pegajoso en la parte cubierta de agua, que enturbia el agua al paso de los
exploradores y que difícilmente pueden evitar las contusiones o rasguños con
las erizadas aristas de las paredes rocosas. En cambio, en las galerías no
inundadas de agua, las superiores, los contornos son redondeados y el suelo
cubierto de fino polvo.
En las primeras no hay estalactitas ni estalagmitas,
como ocurre en las segundas, sino aglomeraciones de bacterias de vida muy
primaria, fósiles o vivas, que parecen ser únicas en el mundo hasta la fecha.
Les ha sorprendido también que aparecieran bellas formaciones de yeso o cuarzo.
Satisfechos de la gran labor que están
haciendo, ponderan la importancia la importancia que a nivel mundial están
adquiriendo, tanto que superan los dos mil visitantes al año, lo que supone
renombre e interés cultural por esta zona tan bella como desconocida.
Sin embargo, insisten en que no es
recomendable para cualquier buceador o espeleólogo normal, si no se da una
información y preparación previas. Ellos son conscientes de las dificultades
para avanzar en exploración e investigación y toman en serio su trabajo y sus
precauciones: ellos mismos confeccionan sus equipos, porque no vale un equipo
estándar cualquiera; además se han habilitado tres o cuatro espacios de avituallamiento
en el interior para subsistir algunos días en caso de una emergencia.
Después de la exposición propiamente dicha de
Andrés Ros nos pusieron un vídeo de un recorrido interior desde la entrada, el
desplazamiento interior, el paso por un angosto estrecho, en el que soltarse el
equipo porque a duras penas pasa su cuerpo, para pasárselo aparte y abrochárselo
después. En él pudimos apreciar lo turbia que se pone el agua, hasta el punto
de impedir la visión y tener que servirse de la guía como único medio de
orientarse en el retorno. Esta turbidez puede durar días, lo que obliga a
espaciar en el tiempo los trabajos de exploración e investigación.
Lo que está haciendo este grupo de personas
de ambos sexos, de los que sólo aparecieron cuatro en esta exposición, excede
con mucho la simple ocupación del ocio del aficionado normal. Alcanza la cima
más de la dedicación, la entrega generosa a una meta, con el amor propio y la
satisfacción de quien es consciente de que está haciendo algo grande, positivo
y transcendente.
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