La Torre de Santa Elena, en La Azohía, de la
que toma el nombre nuestra asociación, constituye un destacado símbolo de la
zona. Y como tal, son numerosos los visitantes que aprovechando el suave
desnivel que lleva hasta ella se acercan diariamente y sobre todo los fines de
semana, para desde allí disfrutar de unas espectaculares vistas de la Bahía de
Mazarrón y las montañas que la circundan.
Lamentablemente siempre hay desaprensivos que
no se limitan a deleitarse con tener a su alcance esta magnífica edificación,
sino que han comenzado a destrozarla.
Han arrancado la rejilla de metal que tapa
(que tapaba) la salida de la chimenea, situada en la terraza. Aún sigue allí,
pero sin la fijación que le daba el cemento que la rodeaba. Ahora cualquier
movimiento deja al descubierto una abertura de buen tamaño por la que, en un
descuido, puede caerse un niño.
Han levantado y roto los ladrillos de barro
que dan paso a la estupenda escalera de caracol, la interior de piedra, con la
que se sube al piso superior y a la terraza.
Han retirado algunos tornillos de la
barandilla de acero inoxidable que está en el acceso a la puerta de entrada.
Por ahora sigue firme, pero si continúan desapareciendo más tornillos no solo
se podrán llevar la barandilla sino que será peligroso el subir y al vencerse
podría ocurrir una desgracia.
Además, los aficionados a dejar “su impronta”
por donde pasan han realizado diversos “bajo relieves” en las paredes del piso
superior y la terraza. Con bajo relieves quiero indicar que no se han
contentado con escribir eso tan manido de “fulano
estuvo aquí”, hacer pintadas o dibujar un corazón con dos iniciales, sino
que han grabado y descarnado las paredes con un objeto en punta (de casi un
centímetro) para dejar en relieve dos nombres que no quiero reproducir aquí,
para no darles el gusto de verlos copiados… ¡Bastante tienen con el destrozo
que han causado ya! Espero que si llegan
a leer estas líneas se les caiga la cara de vergüenza.
A mí, y creo recoger el sentir de nuestros
asociados, me gusta que la puerta de acceso permanezca abierta para disfrute de
todos. Es una visita muy atractiva que sigue a un saludable y agradable paseo.
Pero si tras la que espero sea una pronta reparación de los daños ya causados,
se siguen produciendo actos de vandalismo, no quedará más remedio que solicitar
su cierre con un fuerte candado.
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