Avanzamos en el siglo XXI y parece que
algunos seres humanos no han ascendido a la especie humana. Me refiero que
siguen funcionando de manera primaria, al impulso del instinto.
Aún no han alcanzado la conciencia de que mujeres
y hombres somos iguales en derechos. El diferente sexo no da más derechos a uno
que a otro. Uno de los principales derechos es control y dominio sobre su
persona y su cuerpo. Aun en el caso, no deseable, de que una mujer se
prostituya, debe ser un acto libre, voluntario.
“No nací mujer para morir por serlo” Laura Luelmo. Que me perdonen si no he reflejado con
exactitud sus palabras. Creo ese era el sentido de esa joven, llena de ilusión,
ideas y proyectos positivos y toda una vida por delante para realizarlos.
¿Quién podía suponer siquiera que podría
tener ese fin a manos de un ser depravado? Fue como una premonición a la
inversa.
Le
apeteció. Lo que piense o sienta no importa. No se le da valor de persona, sino
de un objeto del que se puede disponer a propio antojo. ¿Es así como piensa
algún hombre?
Nadie nace para ser víctima de otro ser
humano, ni ser esclavo, ni desgraciado…, aunque lo haya sido en muchos momentos
de la historia humana, de injustas clases sociales, de trato degradante, …
Lo lamentable, lo triste es que, aunque de
diferentes maneras, la desventajosa historia de la mujer se repite. Han sido
botín de guerra en invasiones y conquistas, objetos de tributos, alianzas entre
poderosos, … Aún hoy se les despoja de personalidad propia para ser explotadas
como objeto sexual. El que alguna sea raptada y otra engañada con una oferta de
trabajo no trae consigo resultado muy diferente.
No es que no haya habido mujeres dispuestas a
defender sus derechos. En el Siglo de Oro de nuestras letras abundan los
ejemplos incluso de la pluma de varones, especialmente Cervantes. Éste pone en
boca de la pastora Marcela un brillante discurso sobre el derecho de decidir
ella misma sobre su vida.
Desde hace unos dos años las mujeres de
nuestro país y la inmensa mayoría de los varones están tomando una conciencia
clara. ¡Lástima que este convencimiento no llegue a todos y que algunos a los
que no llega sean juristas o personas con autoridad y poder!
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