El esparto es una fibra vegetal, procedente
de unas plantas silvestres de la familia de las gramíneas, que crecen con
profusión en los montes del sureste español. Es conocido que, en tiempo de los
romanos, la comarca de Cartagena recibió el nombre de Campus Spartarius, es decir campos de esparto. En la actualidad es
una fibra poco utilizada industrialmente. Sin embargo, a principios del siglo
pasado la elaboración del esparto, es decir la explotación, recogida y
procesado, era aún uno de los principales recursos económicos de Mazarrón y
zonas adyacentes.
Sus áridos montes constituyen un magnífico
hábitat para las atochas del esparto, que para su desarrollo y reproducción aprovechan
al máximo la escasa lluvia de la zona y fundamentalmente se nutren de la
humedad ambiente que propicia la proximidad del mar.
Su utilidad como materia prima era enorme,
empleándose en las labores tradicionales de la agricultura (labranza, trilla,
aperos para los animales, espuertas, seras, etc.), o la navegación (cordelería,
aparejos de naves). Se emplea también en el hogar (sogas, capazos, cortinas
cortavientos, esteras, estropajos, …). En la construcción incluso (sujeción de
techos de caña a las vigas, armado del yeso) o el calzado (confección de
alpargatas o esparteñas), aplicaciones en que el esparto se ha visto relegado
por la aparición de nuevos materiales más resistentes.
A pesar de todo, aún perduran verdaderos
artistas que doman y realizan con esparto magníficos trabajos decorativos de
gran vistosidad estética.
El esparto, una vez arrancado de la atocha
(la planta madre) es poco flexible y resulta difícil de manejar. Es el esparto “verde” o “crudo”. Sin embargo si se desea un trabajo de textura más suave,
como por ejemplo para las suelas de las alpargatas, o los aperos de las
caballerías (cabezales, albardas, etc.) entonces el esparto crudo se debe
“cocer” y machacar. Para ello ha de situarse en agua durante más de un mes
-para que se ablande-; tras su posterior secado ha de ser golpeado con un mazo
para suavizar la textura de la fibra, y una vez separadas las partes leñosas, conseguir
el esparto “picado”.
Y aquí viene el “por qué” del título de este
artículo. En Mazarrón existía un “Cocedor
de esparto” en la Playa de la Reya, entre donde está el Hotel Bahía, la
punta de la cueva de Los Suspiros -hoy mirador de La Reya- y la zona que actualmente
está ocupada por el Puerto deportivo-Club de Regatas. Allí se realizaban las
labores de tener introducidos en el agua del mar los manojos de esparto
“crudo”, para obtener el esparto “cocido”.
Por eso aquella zona se denominaba antiguamente el Cocedor del Esparto.
Cuentan, o contaban los mayores que llegaron
a verlo en actividad, que el esparto mojado puesto a secar tras estar sumergido
en al agua desprendía un olor bastante desagradable, que se extendía por toda
la zona…
En la actualidad la artesanía del esparto ha
quedado reducida a labores decorativas, y corre el riesgo de desaparecer. Cada
vez quedan menos artesanos que la trabajen.
Por cierto, a todos aquellos que quieran
intentarlo, les animo a que se apunten al Taller
de Artesanía en Esparto que organiza la ARDC Santa Elena y dirige un
auténtico maestro como es Diego Casanova.
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