¿HACIA DÓNDE CAMINA LA HUMANIDAD?, por A.F.García
Avanzamos en el siglo XXI con un progreso
tecnológico vertiginoso, que parece escapársenos de las manos. En muy breve
tiempo podemos tener noticia, a través de los medios de comunicación, de lo que
pasa en cualquier rincón del mundo. Ningún grupo humano es un desconocido para
otro. ¿Da eso lugar a que, conociéndonos, aunque sea superficialmente, nos
entendamos más, nos comprendamos mejor y nos respetemos más?
La apreciación no es positiva en todas sus
aplicaciones. Como cualquier otro un medio
técnico puede ser, por su naturaleza bueno y positivo, depende del uso
que hagamos de ello. Puede ser, y de
hecho lo es una gran fuente de conocimiento en diversos campos y también puede
llegar a ser lo contrario, el instrumento de arruinar nuestra vida y de las
personas con las que nos comunicamos.
Nos hacemos dependientes de unos aparatos
cada día más complejos, más sofisticados y con más prestaciones; pero su
excesivo uso nos aísla de nuestro entorno natural y de las personas que nos
rodean. Perdemos el hábito de observar y pensar.
Si uno sale a caminar y va pendiente de su
aparato, a parte del peligro de un torpe tropiezo, no se entera de la belleza
del entorno. Si va conduciendo, con más motivo, sus ojos y sus oídos están
menos atentos al vehículo y a la circulación.
En algún país y en alguna de nuestras comunidades
autónomas se ha empezado a prohibir llevar el Móvil en aula, porque servían de
base para desaprovechar la labor docente.
Un ejemplo pésimo es ver algunos de nuestros parlamentarios
haciendo uso de su aparato mientras se está interviniendo en la tribuna, sobre
todo cuando el interviniente no es de su grupo.
En una Junta Vecinal del entorno, no sin
asombro e indignación, cómo gran parte de sus miembros atendían a su aparato,
mientras la secretaria funcionaria leía el acta de la sesión anterior.
En el campo más cercano, el de la familia y
los amigos, tiene dos vertientes:
Es realmente bello, grandioso… poder
comunicarnos con nuestros seres queridos en cualquier momento y estemos donde
estemos.
No se puede decir lo mismo si, estando cerca
y pudiendo hacerlo directamente, cara cara, lo hacemos a través de un aparato.
Ver el rostro de tu interlocutor, la expresión de su cara, mientras te escucha
o te habla, su expresión de agrado o desagrado, su mirada, su sonrisa…son en sí
mismo un mensaje de una riqueza expresiva, al que no iguala ni sustituye ningún
texto escrito.
En pocos años se ha extendido entre la
mayoría de la población el uso de Facebook, WhatsApp e Instagram como redes
sociales de manejo fácil y cotidiano entre grupos de personas, familiares,
amigos, compañeros…para fotos, mensajes, vídeos…. Siempre se puede hacer y
transmitir algo positivo, pero también lo contrario.
En los
círculos entre personas maduras, que más o menos se conocen, es difícil que surja la sorpresa negativa; suelen
cortarse a tiempo los desvíos. El gran peligro está en los jóvenes y
adolescentes, sobre todos femeninos. La curiosidad por lo desconocido o desconocido
es muy grande y tentadora, pero responder y dar confianza a algo que se nos
presenta sublime, como el sueño ideal... sin saber nada de la persona de quien
procede puede situarnos en una senda en la que sea muy difícil retroceder. La
presencia física del interlocutor no impide del todo el posible engaño, pero lo
hace mucho más difícil.
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