Vaya por delante que no tengo relación alguna
con la arquitectura ni con la construcción. Quizás por eso, llevo bastante
tiempo reprimiendo mis deseos de escribir sobre la evolución que ha sufrido esta
construcción original, formada por 4 módulos rectangulares, que se levantó
entre 1964 y 1968 en una ladera rocosa, frente al mar, en una ubicación
privilegiada de Isla Plana.
En aquellos años esa casa era considerada
“extraña”, muy diferente en forma y distribución a los chalés que comenzaban a edificarse
en esta bella zona litoral. Algunos despectivamente la bautizaron como “la
cajonera”. Y los más pensaban que resultaría incómoda de habitar…. Sin embargo,
resultaba distinta, atractiva y original.
Miguel
Fisac
(1913-2006), considerado como importante renovador de la arquitectura española
del siglo XX, con reconocida fama por muchas de sus obras, pasó en la década de
los sesenta del pasado siglo por la Bahía de Mazarrón, quedó admirado por el
lugar y decidió construirse en Isla Plana su residencia de verano.
Una construcción simple, que entonces llamaba fuertemente
la atención, realizada con materiales sencillos, que se adaptaba perfectamente
a una parcela de pronunciada pendiente. Sus formas rectangulares y las
magníficas vistas al mar desde sus amplios miradores, destacaban en aquella agreste
ladera sin otras construcciones alrededor.
Con posterioridad, la casa Fisac se vio rodeada
por otras, ya de tipo tradicional, y aunque no perdió su llamativo carácter
original, sí que ocultaron algo de su singularidad monumental. Me inclino a
pensar que esa fue la causa de que Miguel Fisac se desprendiera de su
residencia vacacional, que trasladó a Mallorca.
Esta vivienda singular, que, a mi juicio,
debería haberse mantenido tal como la diseñó Fisac, sufrió en 2006 una
importante reforma y ampliación. Como consecuencia de ésta, a los iniciales prismas
rectangulares superpuestos que le conferían su carácter, se le han añadido
sendos volúmenes laterales, que esconden y camuflan las peculiaridades de la
construcción original.
El resultado no soy quién para juzgarlo…, pero
esto es lo que ahora vemos cada vez que vamos o venimos de La Azohía.
Las imágenes del antes
y del después son suficientes para que ¡cada cual saque sus conclusiones!
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