lunes, 25 de diciembre de 2017

ECO 39. Educar

Educar, por A.F.García

Educare significaba, además de educar, criar, cuidar, alimentar, pero también formar e instruir. Esto último parece más unido a la idea del profesor. Algunos de nuestra generación oímos la palabra inculcar.

En un emotivo homenaje a dos destacados  miembros de la Institución Libre de Enseñanza, víctimas de la represión, en que tuve el honor de participar, pude ver alguno de sus textos. Desde entonces empecé a pensar que mi trabajo no era instruir y menos inculcar, sino ayudar al niño, adolescente o joven a  aprender, conocer, formarse y pensar por sí mismo;  y de ahí a decidir libremente.

Cuando oigo hablar algún líder catalán del bloque independentista de Cataluña o de España tengo la sensación de que no se refieren a la Cataluña o España que yo conozco. Cuando aprecio esa asombrosa coincidencia entre todos ellos me confundo y llegaría a creerles si no fuera que, por actitud natural, me gusta confrontar sus mensajes con los de otros.

Admiro y aprecio a los escritores catalanes, en calidad y cantidad hoy superior a la de cualquier otra época. Ninguno parece coincidir con ellos; varios, como Joan Marsé, manifiestamente contrarios.

Del mundo de la cultura los más prestigiosos, Joan Manuel Serrat, Rosa Mª Sardá, Albert Boadella…, se han manifestado abiertamente en contra.

Del potente sector económico caben menos dudas cuando,  a fecha de hoy, son más de 2.600 las empresas que han trasladado su ubicación fuera de Cataluña.

Dentro de la clase política, incluso catalanista, vemos disentir a Durán Lleida, uno de los mejores parlamentarios de nuestra democracia.

Hasta los contertulios periodistas, que tanto parecen identificarse con los distintos partidos, siendo algunos de ellos catalanes no se identifican con los tres de “Junts per el sí”

¿Por qué se han presentado en bloque y han funcionado como tres partidos que incluyen  al PD de C, antigua CIU, que representa a la burguesía catalana, ERC y la CUP, que parece aglutinar a los antisistema? ¿No nos recuerda los nacionalismos de un siglo atrás?

Se está hablando de un claro adoctrinamiento, incluso de alguna denuncia como en la Seo de Urgel. Alguien tan destacado en la cultura catalana como Joan, de evidente sentimiento catalán, lo ha declarado públicamente no hace muchas fechas. Es más, afirma que se está haciendo desde 1989, ocasión en que fue a quejarse al director de un instituto por este motivo.

A principios de este curso se ha utilizado a alumnos y padres de manera vergonzante, impropio de un digno sistema educativo y un estado de derecho que se precie. Algunos líderes independentistas nos han recordado las indeseables y condenables arengas de  sistemas totalitarios del pasado. Por supuesto, no se les ha armado ni incitado a la violencia, pero se les ha enardecido y utilizado como arma de choque en pro de imponer una independencia a una sociedad que no la comparte mayoritariamente.

Sr. President, un millón ochocientos mil votos no se pueden utilizar a simple antojo y decir que son Cataluña. Usted iba a convocar elecciones, buscando una salida pragmática, y cedió ante unos cientos o unos miles de estudiantes a los que ustedes mismos han enardecido. Eso es una grave irresponsabilidad, que empuja  al vacío a siete millones y medio de personas.

La escapada a Bruselas, dentro de una supuesta estrategia bien programada,  no ha conseguido los efectos deseados porque Europa y el mundo no se tragan ese mundo virtual que ustedes quieren dar a entender sobre Cataluña y España. Algunas de sus intervenciones rondan lo cómico  y lo ridículo, porque no tienen el seguimiento mediático del que ustedes abusan en Cataluña, porque no pueden contrarrestar una prensa libre y bien informada y porque hay más de 18 millones de testigos que visitan ese territorio, uno de cada cuatro de los turistas que visitan nuestro país.

La justicia española no está politizada al grado y sentido que ustedes quieren dar a entender. Si algo lo está, Baltasar Garzón ha sido un ejemplo, es por los obstáculos que está teniendo a la hora de atajar la escandalosa corrupción de una parte muy significativa de la clase política que padecemos, de la que no se libra, ni con mucho Cataluña.

Están enseñando a la nueva generación a ser intolerante.  Lo ha sido con los símbolos e instituciones del Estado. En las últimas semanas lo han sido con los que no piensan y actúan igual y hasta  con ustedes  cuando han querido rectificar, “traicionar”, según ellos. Se incurre en la desfachatez de felicitarles porque, en un ”día de huelga general” que no paralizó el mundo laboral, lo consiguieron con las comunicaciones.

¿Cuál es el espacio siguiente al que la educación y la información que les transmiten ustedes les puede hacer llegar? ¿Se podrá atajar y controlar la nueva generación educada  en el odio,  la crispación y la agresividad verbal si deriva hacia violencia física? Las consecuencias pueden llegar a ser más irreparables que el cúmulo de empresas que se han trasladado fuera.

El mundo de los negocios, de la ciencia, el arte, la cultura, el turismo… ha empezado a asustarse. La deriva que Cataluña estaba tomando de mano de los dirigentes actuales, parece ir camino de una república tercermundista, intolerante y empobrecida, desviada de la que todos conocemos y admiramos.

Uno sigue confiando en el gran sentido práctico de los residentes de este territorio español y su sorprendente capacidad de iniciativa en las artes, la cultura, los negocios, los deportes… y que, retomando el buen rumbo, siga siendo la vanguardia hacia Europa de la Península Ibérica, con Barcelona, como ciudad más cosmopolita, a la cabeza. 




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