domingo, 20 de noviembre de 2022

ECO.69 Los Valientes

LOS VALIENTES -relato-, por Mercedes Aróstegui


Lo vio al final de la calle, caminaba con su mirada clavada en la nada, y al mismo tiempo incrédulo de haber llegado. Llevaba puesta una cazadora que le quedaba corta y no traía nada en las manos. Lejos se quedó su casa, su familia y lo vivido. Lo percibido en sus últimos meses lo habían dejado exhausto; venía de muy lejos. Un mundo nuevo tenía por delante, posiblemente mejor que el que había dejado, pero sus expectativas no se verían colmadas después de tanto sufrimiento y tantas dificultades, porque sintió el rechazo y desprecio de esa parte del mundo civilizado. Recordaría siempre a sus seres queridos, como todos los que ponen distancia a sus orígenes; sabía que a pesar de todo echaría de menos sus costumbres, su país... Completamente vacío, siguió caminando.

Al otro lado de la calle, caminaba otro joven que arrastrando una maleta escuchaba muy atento una voz femenina, que le decía: ¡Estoy tan feliz de verte! Y tú siempre que vuelves te emocionas, pero esta vez has llegado para quedarte. Se echan de menos muchas cosas con las que se ha crecido; aquí tienes a los que te queremos, aquí están tus raíces, y es que... aquí está tu casa. Te marchaste con la idea de seguir aprendiendo y has alcanzado una experiencia que necesitabas, pero ha llegado el momento de regresar. Últimamente te veía perdido, creo que echabas de menos tu ambiente, tus amigos, tus costumbres,... tu país. ¡Estamos tan felices con tu vuelta!.”

Él, complacido, miraba a su madre con dulzura, y con voz triste le contestó: Todos queremos volver. Unos se quedan porque aquí no encuentran trabajo, y otros, porque los siguen reclamando por su gran preparación. Pero cuando pasa un tiempo sientes una cierta frustración, no te marchas lejos con la voluntad propia de haber encontrado el paraíso, porque los paraísos no existen. A todos les empuja algo. En el fondo creo que es un fracaso para un país no tener capacidad de dar trabajo a unos jóvenes que rebosan entusiasmo y en los que se ha invertido tanto.

Los dos jóvenes tenían bastante en común, habían tenido valentía de poner distancia y embarcarse en unas propuestas por querer prosperar. Pero mientras uno había tenido la oportunidad de prepararse, y poder en cierto modo elegir su vuelta, y lo recibía el calor de su familia y su tierra, el otro no tenía vuelta y lo recibía la frialdad y el desprecio de esa gente que aún conociendo tantos casos de emigrantes en este país, no entienden por qué hay que acoger a inmigrantes, cuando los trabajos precarios que van a realizar son aquellos que aquí nadie quiere hacer, y que son necesarios.

Lástima que la valentía de marcharte de tu país por querer prosperar a veces se desprecie y otras se ensalce, cuando la actitud es la misma.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Se ruega NO COMENTAR COMO "ANÓNIMO"