domingo, 20 de noviembre de 2022

ECO.69 La Rambla

LA RAMBLA, por Marco A. Santos Brandys

Una rambla, es el nombre con el que se conoce en el sureste de España, a un cauce natural con caudal ocasional formado por las aguas de lluvia, en especial, cuando lo hace de forma torrencial. Otra característica es su fuerte pendiente y escasa longitud, a diferencia de los ríos. En otros lugares, se las conoce como atolladero, barranca, descolgadero, arroyo, despeñadero, quebrada, ramblazo, torrente, riera…

La rambla de Lébor, afectando a los municipios de Totana, Aledo y Lorca, en la Región de Murcia, forma parte del linde sur de nuestra finca en Carivete (Totana). En su tramo medio, existen unos parajes con bonitos desfiladeros, permitiendo disfrutar al paseante, de los procesos geológicos de hace millones de años, -medios marinos profundos, arrecifes coralinos, playas y deltas- junto con los procesos geológicos recientes. El agua, el viento y el tiempo, son las herramientas utilizadas por la Naturaleza, para dar lugar a uno de los lugares más bonitos y sobrecogedores de la región. Gran parte de su cuenca media, la he recorrido en mis andanzas.

Subsidiaria del río Guadalentín, esta rambla es un terreno terciario en gran parte, rico en margas, yesos, calcarenitas, areniscas y conglomerados. Otra pequeña parte es de pizarras, carbonatos, argilitas, malaquitas, cuarcitas, sílex y sedimentos aluviales cuaternarios, la mayoría aportes de la propia rambla y desprendimientos. He recogido cantidad de fósiles de erizos de mar, conchas, trilobites, amonites y otros animales marinos, en esta zona de cierta altitud.

Lugares como Blanquizares, El Campico, La Costera, Cueva de La Grieta, Cueva de La Copa, Cabezo Gordo, Cueva de los Pinos, Cabezo de Juan Climaco, Cueva de La Cima, Las Cuestas, La Anchurica, La Serrecica, Monte del Villar, La Algualeja, Cabeza de la Rambla de Los Molinos, Balsa de Venta de Moras, Los Allozos, La Corraliza, El Creciente, La Bastida, Pantano del Cojo,…me son muy familiares y simplemente escucharlos, mi memoria retrocede varios años, viéndome en ellos.

Parte de éste tramo, desde la estrechez del atolladero cercano a la “Fuente del Vino”, -un poco más abajo de Aledo-, al pié del “Monte de las Cucalas” y desde el “Barranco de Jaguarzo”, a la falda del monte de “La Manilla”, hasta el yacimiento arqueológico de “La Bastida”, lo he recorrido, buscando alguna pieza de caza a la que atinar con la "paralela" ó simplemente disfrutando del paisaje, a veces acompañado por mi perrita “Tasca”, mi ágil y alegre compañera, no faltando en mis recorridos, avistamientos de jabalíes, cabras montesas y muflones, a los que dejaba tranquilos en su hacer.

En el tramo de rambla, comenzando por el dificultoso “Barranco de Jaguarzo”, -llamado así por la existencia abundante de ese arbusto- se llega al poco tiempo caminando, a la “Fuente del Antiguarejo”. Allí manaba hasta hace poco tiempo, una riquísima y fresca agua en donde rellenaba mi cantimplora y “Tasca”, la que llevaba siempre encima. En ese lugar hay una balsa con un lavadero de piedra, adonde se lavaba la ropa, bajo un parral y a recoger agua en los cántaros colgados de las aguaderas portadas por “Lucera”, por “Pastora” o “El Nano”. Unos restos tardoromanos, había bajo los cimientos del viejo cortijo cercano, un capitel corintio, restos de estructuras y cerámica de finales del s. III. En el suelo de una habitación, también había un fuste acanalado de caliza, cuyas dimensiones coincidían con las de los capiteles. Y pronto, caminando a lo largo de la rambla o del “Camino de Soriana”, precioso lugar donde otrora discurría un largo cauce de agua a la falda de la “Mujer muerta” -en la Sierra de Tercia- llegaba a nuestra rambla de Lébor, en un tramo bastante accesible.

Por otro lado, al Este, desde la garganta de la “Fuente del Vino”, la rambla presenta hacia abajo, tramos de mayor dificultad, debiendo salvar a veces, lugares algo complicados, sobre todo al principio del cauce, por la cantidad de grandes piedras arrastradas por el agua y que salvaba con cierta dificultad. Una vez salvado ese tramo y alguna represa de contención de tierras realizadas con gaviones de piedras y hormigón por la Confederación Hidrográfica del Segura, pasear por el cauce seco o semihúmedo de la rambla, ha sido uno de mis mayores disfrutes, mientras se me cruzaban volando, merlas, tórtolas, palomas torcaces, arrendajos, perdices, oropéndolas y otros pájaros y saltaban entre los riscos, las cabras montesas a la vez que llenaba la andorga de uvas, moras, higos, granadas y almendras.

Pasando por la zona de rambla cercana a la “Fuente de los Dioses”, bajo el “Monte de las Cucalas”, -lleno de cuevas de estos negros córvidos planeando sobre mi cabeza-, hay unas grandes higueras silvestres entre pinos y riscos, que sirven de refugio y dan sus frutos alimento a muchas aves. La rambla cruza después por un camino -o el camino cruza la rambla- que a lo largo de unos 7 km. nos guía hasta Totana. Pero si dejamos ese tranquilo camino y seguimos el seco cauce, éste nos llevará hasta “El Balsón”, lugar de entrañable recuerdo, en donde cercano, puedo disfrutar de un pequeño y coqueto bosque de carrascas, en donde una suave brisa, produce un agradable susurro.

Caminando sobre las piedras del cauce, una vez afilada mi navaja con una piedra arenisca, corto unas ramas de hinojo y disfrutando su sabor, llego al cruce del camino que conduce a la casa, divisible en lo alto. Este camino, bordeado antaño por una olmeda, bordeaba al huerto de naranjos, pero creciendo muy rápidamente, mi padre los taló, pues se “comía” los frutales.

Aunque raramente, a veces “salía” la rambla por llover lo suficiente en lo alto de la sierra, apercibiéndonos con antelación, pues aparte de los oscuros nubarrones cargados de agua, el bramador rugido se escuchaba fuertemente por la cantidad de material arrastrado en el cauce, apareciendo casi de sopetón. El labrador, el “Tio Juan”, preparaba lo necesario para aprovechar esa agua, encauzándola al llegar, hasta la balsa de riego del huerto. La rambla al “salir”, cortaba el camino de acceso a la casa y nos dejaba incomunicados cierto tiempo, aunque nosotros disfrutábamos en estar obligados a quedarnos aislados varios días, hasta poder arreglarlo, secarse la tierra de la cuesta, quitar piedras y poder cruzarlo con los coches.

Desde allí y rambla abajo, se pasa por zonas de huertos, hasta llegar al importante yacimiento arqueológico de “La Bastida”, primer yacimiento argárico investigado y habitado hace 4.000 años y a donde íbamos de excursión a merendar.


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