«LA LARGA NOCHE DE FRANCISCO SANCTIS», de Humberto Costantini Cambiaron (1984)
En 2010, la pequeña editorial
«l’Atinoir», ubicada en Marsella, tuvo la maravillosa idea de
publicar el hermoso relato de un gran autor argentino que su propio país ha
olvidado y que apenas se conoce aquí. «Un escritor maldito, olvidado
por el sistema» dicen los que tratan de mantener viva su memoria. Sin
embargo, dos jóvenes directores argentinos, Andrea Testa y Francisco Márquez
rodaron una película, a partir de ese relato, con el mismo título. La
presentaron el año pasado en el festival de Cannes en la sección «Un
certain regard». Además, ganaron un premio en el festival internacional
de Buenos Aires 2016. ¡Ojalá los editores argentinos tuvieran la idea de volver
a publicar las obras de Humberto Costantini!
Ese porteño, nacido en 1924, hijo de
inmigrantes judíos italianos, que pasó su infancia en el barrio de Villa
Pueyrredón, amaba tanto a su ciudad que habría querido no abandonarla nunca,
pero los años oscuros de la dictadura lo
obligaron a hacerlo. Durante sus años de exilio en México publicó «De
dioses, hombrecitos y policías» que ganó el premio Casa de las Américas,
lo que hizo decir a Cortázar: «Para mí, Humberto Costantini es un
escritor importante».
Era un hombre alto, robusto que fue, a ratos,
veterinario, vendedor, ceramista, investigador, apasionado del tango que
bailaba y cantaba, pero ante todo fue escritor, poeta, autor de cuentos y de
novelas. Su última obra, «Rapsodia de Raquel Liberman», narra la
verídica epopeya de Raquel Liberman, prostituta judía, esclavizada por la
siniestra Zwi Migdal, que se rebela contra este destino y deja su vida en ello.
Esta obra quedó inconclusa y hasta ahora no ha sido publicada.
Humberto Costantini, se volvió a Buenos Aires
en 1983 con el restablecimiento de la democracia; pero, desgraciadamente,
murió de un cáncer en 1987 y el mundo literario se olvidó de él. Era un hombre
generoso, un militante que se alejó del partido comunista a causa de las
derivas estalinistas y se juntó con el Partido Revolucionario de los
Trabajadores, el partido de la lucha armada contra la dictadura. Era un hombre
íntegro cuyo eje conductor era «hacer lo recto a los ojos de Jehová, es
decir, acatar su destino» Eso era lo que solía decir y fue lo que guió su
vida.
Y no olvidemos esta profesión de fe
porque es ella la que guía al lector, como un hilo de Ariadna, en «La
larga noche de Francisco Sanctis». ¿Quién es ese hombre que da nombre a la novela corta? Un hombre de cuarenta años, sin relieve
particular, un poco izquierdista durante su juventud estudiantil, oficinista,
divorciado y casado de nuevo, padre de tres hijos, matrimonio feliz, sin
ambición particular sino la de vivir lo más tranquilo posible en el ambiente
pesado de la dictadura de los años setenta. El azar de una llamada
telefónica va a cambiar el orden de las cosas: Una antigua compañera
de estudios le pide que vaya a avisar a
dos hombres porque ella sabe que la policía militar va a venir por ellos en un
plazo de diez horas. Francisco Sanctis está frente a un dilema terrible:
obedecer o no a ese pedido. Y, a lo largo de esa larga noche, durante la que
camina enfrentándose a su conciencia, en una ciudad trágica donde se respira la
angustia, él va a «hacer lo recto y acatar su destino».
Este relato es profundamente conmovedor,
porque nos concierne y porque narra nuestra propia historia. Sin embargo no hay ningún sentimentalismo, todo
está sugerido. Nos tiene en vilo, como si se tratara de un
thriller metafísico. El tono es deliberadamente vivo, el estilo nervioso,
cercano al lenguaje popular, recordando a veces a Roberto Arlt. Al mismo tiempo,
es como si nos embarcara en una novela de aventuras: El autor interpela
al lector al principio de cada capítulo, igual que en El Quijote o en el
Lazarillo, anunciándole lo que va a narrar, teniéndole, sin embargo, en vilo.
Todo empieza así, en el primer
capítulo: «Dónde, para que el lector no se ilusione demasiado
con el placer que tendrá al leer este librito tomamos la precaución de
precisar, en primer lugar, que se trata de una obra de tipo psicológico, luego,
para decir la verdad, bastante aburrida. Hechas estas precauciones, se puede
narrar unas cositas a propósito de una llamada telefónica intempestiva…»
No lo crean, no duden en seguir a ese héroe ordinario caminando hacia su
destino que podría ser el nuestro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Se ruega NO COMENTAR COMO "ANÓNIMO"