GRAN VELADA MÚSICO-RECITAL, por A.F.García
Inició la velada el profesor Rojo
Portillo, músico, cantautor, músicoterapeuta, que nos ha mostrado diferentes
instrumentos autóctonos de diversos lugares y culturas de nuestro planeta:
● El “Shanhin”, instrumento musical de cuerdas, con cierta similitud a
nuestra guitarra, japonés de Okinawa.
● El Dantrahn, instrumento musical de percusión de Saigón, de influencia
cultural china.
● El cuenco tibetano, de percusión, bastante conocido entre los que
practican alguna técnica de concentración y relajación.
● El Güiro de Puerto Rico y el Güiro
de la Amazonía brasileña, instrumentos de aire. Más allá de lo musical este
instrumento, cuyo sonido se parece al de algún pájaro, debiera servir como
llamada de atención.
● El Charango, instrumento musical de cuerdas inca, como una versión
nativa de la guitarra.
● La Yaluba de la Amazonía y la Pachamamainca,
instrumentos de aire, por su sonido no por su forma, son algo parecido a
nuestra flauta.
Este músico ha sido y es un gran viajero,
conocedor del mundo y colaborador cultural y humanitario, entre lo que cabe
destacar su apoyo a la Fundación Vicente Ferrer en el sur de la India.
Le acompañaba la profesora y
poetisa Rosa García Titos, que recitó un bello poema de García Lorca.
Siguió la función un excelente
trío, liderado por Jerónimo García Jorquera, veterano y maestro en este tipo de
eventos, su hija Sabina y una joven malagueña, residente ocasional en la zona
que, aún adolescente, una revelación o una joven promesa, nos presenta su
primera publicación de poemas. Los tres combinaron armónicamente sus
intervenciones recitales, a los que Sabina, con su angelical voz nos cantó unos
versos de Miguel Hernández y una canción popular de García Lorca.
Cubrió el tercio final Mariló,
así quiere que la llamemos porque ella se llama Mª Dolores…. Esta vecina y
nueva compañera se fue creciendo con su voz y su guitarra. Fue a más, dando
sentimiento, ardor, pasión y emoción a los poemas cantados, que nos fue
elevando la grata noche hasta finalizarla con un “Gracias a la vida…” de Violeta Parra, en la que nos sumamos todos.
Un modesto ágape nos endulzó una
noche, grata de por sí.
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