Educar, por A.F.García
Educare significaba, además de educar, criar, cuidar, alimentar, pero
también formar e instruir. Esto último parece más unido a la idea del profesor.
Algunos de nuestra generación oímos la palabra inculcar.
En un emotivo homenaje a
dos destacados miembros de la
Institución Libre de Enseñanza, víctimas de la represión, en que tuve el honor
de participar, pude ver alguno de sus textos. Desde entonces empecé a pensar
que mi trabajo no era instruir y menos
inculcar, sino ayudar al niño, adolescente o joven a aprender, conocer, formarse y pensar por sí
mismo; y de ahí a decidir libremente.
Cuando oigo hablar algún
líder catalán del bloque independentista de Cataluña o de España tengo la
sensación de que no se refieren a la Cataluña o España que yo conozco. Cuando
aprecio esa asombrosa coincidencia entre todos ellos me confundo y llegaría a
creerles si no fuera que, por actitud natural, me gusta confrontar sus mensajes
con los de otros.
Admiro y aprecio a los
escritores catalanes, en calidad y cantidad hoy superior a la de cualquier otra
época. Ninguno parece coincidir con ellos; varios, como Joan Marsé,
manifiestamente contrarios.
Del mundo de la cultura los
más prestigiosos, Joan Manuel Serrat, Rosa Mª Sardá, Albert Boadella…, se han
manifestado abiertamente en contra.
Del potente sector
económico caben menos dudas cuando, a
fecha de hoy, son más de 2.600 las empresas que han trasladado su ubicación fuera
de Cataluña.
Dentro de la clase política,
incluso catalanista, vemos disentir a Durán Lleida, uno de los mejores
parlamentarios de nuestra democracia.
Hasta los contertulios
periodistas, que tanto parecen identificarse con los distintos partidos, siendo
algunos de ellos catalanes no se identifican con los tres de “Junts per el sí”
¿Por qué se han presentado
en bloque y han funcionado como tres partidos que incluyen al PD de C, antigua CIU, que representa a la
burguesía catalana, ERC y la CUP, que parece aglutinar a los antisistema? ¿No
nos recuerda los nacionalismos de un siglo atrás?
Se está hablando de un
claro adoctrinamiento, incluso de alguna denuncia como en la Seo de Urgel.
Alguien tan destacado en la cultura catalana como Joan, de evidente sentimiento
catalán, lo ha declarado públicamente no hace muchas fechas. Es más, afirma que
se está haciendo desde 1989, ocasión en que fue a quejarse al director de un
instituto por este motivo.
A principios de este curso
se ha utilizado a alumnos y padres de manera vergonzante, impropio de un digno
sistema educativo y un estado de derecho que se precie. Algunos líderes
independentistas nos han recordado las indeseables y condenables arengas
de sistemas totalitarios del pasado. Por
supuesto, no se les ha armado ni incitado a la violencia, pero se les ha
enardecido y utilizado como arma de choque en pro de imponer una independencia
a una sociedad que no la comparte mayoritariamente.
Sr. President, un millón
ochocientos mil votos no se pueden utilizar a simple antojo y decir que son
Cataluña. Usted iba a convocar elecciones, buscando una salida pragmática, y
cedió ante unos cientos o unos miles de estudiantes a los que ustedes mismos han
enardecido. Eso es una grave irresponsabilidad, que empuja al vacío a siete millones y medio de
personas.
La escapada a Bruselas,
dentro de una supuesta estrategia bien programada, no ha conseguido los efectos deseados porque
Europa y el mundo no se tragan ese mundo virtual que ustedes quieren dar a entender
sobre Cataluña y España. Algunas de sus intervenciones rondan lo cómico y lo ridículo, porque no tienen el
seguimiento mediático del que ustedes abusan en Cataluña, porque no pueden
contrarrestar una prensa libre y bien informada y porque hay más de 18 millones
de testigos que visitan ese territorio, uno de cada cuatro de los turistas que
visitan nuestro país.
La justicia española no
está politizada al grado y sentido que ustedes quieren dar a entender. Si algo
lo está, Baltasar Garzón ha sido un ejemplo, es por los obstáculos que está
teniendo a la hora de atajar la escandalosa corrupción de una parte muy
significativa de la clase política que padecemos, de la que no se libra, ni con
mucho Cataluña.
Están enseñando a la nueva
generación a ser intolerante. Lo ha sido
con los símbolos e instituciones del Estado. En las últimas semanas lo han sido
con los que no piensan y actúan igual y hasta
con ustedes cuando han querido
rectificar, “traicionar”, según ellos. Se incurre en la desfachatez de
felicitarles porque, en un ”día de huelga general” que no paralizó el mundo
laboral, lo consiguieron con las comunicaciones.
¿Cuál es el espacio
siguiente al que la educación y la información que les transmiten ustedes les
puede hacer llegar? ¿Se podrá atajar y controlar la nueva generación
educada en el odio, la crispación y la agresividad verbal si
deriva hacia violencia física? Las consecuencias pueden llegar a ser más
irreparables que el cúmulo de empresas que se han trasladado fuera.
El mundo de los negocios,
de la ciencia, el arte, la cultura, el turismo… ha empezado a asustarse. La
deriva que Cataluña estaba tomando de mano de los dirigentes actuales, parece
ir camino de una república tercermundista, intolerante y empobrecida, desviada
de la que todos conocemos y admiramos.
Uno sigue confiando en el
gran sentido práctico de los residentes de este territorio español y su
sorprendente capacidad de iniciativa en las artes, la cultura, los negocios,
los deportes… y que, retomando el buen rumbo, siga siendo la vanguardia hacia
Europa de la Península Ibérica, con Barcelona, como ciudad más cosmopolita, a
la cabeza.
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