sábado, 10 de mayo de 2025

ECO.84 UNA MIRADA FORENSE A LA PASIÓN DE CRISTO

UNA MIRADA FORENSE A LA PASIÓN DE CRISTO, por Giovanni Criscione


En el marco de las celebraciones de la Semana Santa, la parroquia de San José de Puerto de Mazarrón organizó una interesante conferencia titulada “Del Gólgota al Sepulcro de la mano de la ciencia”, a cargo del doctor Alfonso Sánchez Hermosilla, médico forense y anatomopatólogo, director del Centro Español de Sindonología. Para entendernos, el doctor Sánchez Hermosilla es una de esas figuras —hechas populares por las series policiales— que colaboran con los órganos de investigación para realizar autopsias y determinar las causas de muertes de interés judicial. 

El conferenciante, miembro de varias asociaciones internacionales dedicadas al estudio de la Sábana Santa, abrió su intervención subrayando, no sin cierta ironía, lo paradójico que puede parecer que un médico acostumbrado a analizar cuerpos se ocupe precisamente de un caso en el que el cuerpo no está presente. Sin embargo, han llegado hasta nosotros dos reliquias de extraordinaria importancia que, de algún modo, suplen la ausencia del cuerpo: la Sábana Santa de Turín y el Sudario de Oviedo, de las cuales la ciencia anatomopatológica ha extraído —y sigue extrayendo— valiosa información. 

Sánchez Hermosilla, como en una autopsia virtual y con el apoyo de una presentación en PowerPoint, analizó, basándose no solo en la imagen de la Sábana Santa sino también en las formas, los colores y las sustancias orgánicas impregnadas en sus fibras, la tipología de las heridas en orden anatómico: de qué manera fueron causadas, con qué instrumentos y qué impacto tuvieron en el cuerpo al provocar la muerte. 

En cuanto a la corona de espinas, por ejemplo, el orador, basándose en las heridas puntiformes impresas en el sudario, indicó que su forma era la de un casco, ajustado a la frente con una banda de tela. Precisamente en correspondencia con esta banda, las heridas (unas 150) resultaban más profundas, ya que las espinas, presionadas por el apretón de la tela, penetraban con mayor intensidad en la carne. La banda, en una concepción lúcida y eficaz de la tortura, servía no solo para infligir más dolor, sino también para asegurar la estabilidad del casco durante el trayecto hacia la cruz, cuando el condenado, golpeado y flagelado, caía al suelo, y también más tarde, durante la crucifixión en un lugar elevado y azotado por el viento. 

Según rastros mínimos de polen, las espinas de la corona pertenecían a una especie de cardo, con un tallo flexible pero resistente al mismo tiempo. El médico habló de una tortura, cuyo objetivo era infligir el máximo sufrimiento posible antes de la muerte. Ninguna parte del cuerpo fue librada de los azotes. Para ello se utilizó un flagelo con puntas de plomo. 

El orador abordó también algunos detalles crudos pero significativos impresos en la Sábana Santa, entre ellos la presencia de rastros de color diferente, atribuibles con alta probabilidad a material fecal: una huella extrema del sufrimiento padecido, compatible con la relajación de los esfínteres, un fenómeno fisiológico que puede ocurrir en condiciones de dolor agudo y agotamiento prolongado. 

La herida en el costado, causada por una lanza o punta metálica, fue infligida post mortem, como demuestra el tipo de líquidos que impregnaron el tejido en el que fue envuelto el cadáver. 

Sánchez Hermosilla, a pesar de ser un hombre de fe, abordó el tema con una actitud exclusivamente científica, analizando el sufrimiento y la muerte en la cruz de una figura humana —demasiado humana— sin dejarse llevar por la tentación de adherirse al relato evangélico. No obstante, hizo una consideración final que me impactó, porque eleva el discurso desde lo físico hasta lo psicológico, tocando incluso lo espiritual. 

De los análisis realizados se desprende la ausencia de heridas defensivas típicas: aquellas que las víctimas suelen presentar en brazos, manos o dedos al intentar instintivamente proteger el rostro de los golpes. Pues bien, en el caso de Jesucristo no se aprecia nada similar. Sin embargo —observó el conferenciante— se trataba de un individuo joven, sano, de complexión robusta y considerablemente más alto que la media de su época. Si hubiese querido resistirse, habría sido capaz de luchar con fuerza. Y, sin embargo, la ausencia de este tipo de heridas indica la voluntad de un hombre que se entrega a su destino con serenidad y consciencia, sin oponer resistencia. 

La intervención del doctor Sánchez Hermosilla aunó rigor científico y sensibilidad humana al analizar un acontecimiento central de la fe cristiana, pero observado con las herramientas de la medicina legal y la investigación forense. Una valiosa aportación, capaz de enriquecer las celebraciones de la Semana Santa con la fuerza de la ciencia y la profundidad de una reflexión que toca tanto el cuerpo como el espíritu.

 



 

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