LA PURÍSIMA Y EL MILAGRO DE MAZARRÓN (III), por Paco Acosta
(continuación)
QUINTA DECLARACIÓN:
En la villa de Mazarrón, a
diez y nueve días de el mes de Noviembre de mil quinientos ochenta y cinco
años, el dicho Señor Alcalde tomó e recibió juramento en forma de derecho a Juan
González, Alguacil de esta y habiéndolo fecho y vido preguntado por el caso
dijo: que lo que sabe y pasó es, que estando este testigo el Domingo que pasó,
que se contaron diecisiete días de este presente mes a la hora de medio día
poco mas o menos, porque en esta villa no hay Reloj, estando este testigo en su
casa, que quería sentarse a comer, oyó tocar la campana de Nuestra Señora de la
Concepción que está cerca de su casa y fue allí a ver lo que era y halló que
dijo la gente: ¿No ves el Milagro que Nuestra Señora hace que estando la
Lámpara muerta desde esta madrugada y la puerta cerrada de la reja con la
llave, arde? y ansí en esto vido ansí mismo como la dicha Lámpara salía y
rebosaba por lo alto de ella aceite y goteaba en grande abundancia en el plato
que estaba debajo ella, y en esta conyuntura entró en la dicha Iglesia el Padre
Ginés de Sifuentes. Cura de la Iglesia del Señor San Antonio de donde es
sufrugánea de dicha Iglesia de la Concepción y abrieron la reja y entró el
dicho Cura y Clemente García, sacritán; y ansí se puso el dicho Cura mirando la
Lámpara como corría aceite, y ansí mismo llamó a el presente Escribano el cual
vino al cabo de un rato y todavía goteaba por dos o tres partes la Lámpara en
el plato, y ansí el dicho Cura volvió el rostro a la Imagen de Nuestra Señora
de la Concepción; y estando ansí empezó a dar voces incándose de rodillas,
alabando a Dios y a su bendita Madre, y luego él a los que estaban con él dijo:
¿No veis como la Imagen de Nuestra Señora suda? y como la puerta de la reja
tenía este testigo que no dejaba entrar a nadie, como vido mayor Milagro, saltó
la puerta y se fue al altar, entonces entró la gente toda y este testigo vido
que la imagen de Nuestra Señora de la Concepción tenía muchas gotas de agua en
el rostro en especial a la parte derecha de tenía cinco o seis gotas de agua y
pedía este testigo a el dicho Cura le untase los ojos con la dicha agua que
tenia la dicha Imagen en el rostro; y este testigo vido que en el lagrimal de
el lado derecho tenía una gota de dicha agua más grande que los demás, y que de
las gotas que había en el dicho rostro corrían por él abajo y hacia el cuello
de la dicha imagen y ansí, vido este testigo que había grandísima multitud de
gente que llegaban y tomaban de el aceite de la Lámpara, y se untaban los ojos
y cara y cabeza y otras partes; y ansí mismo de las gotas de el agua que
estaban en el rostro de dicha imagen, y dando grandes gritos y pidiendo
misericordia y alabando a Nuestra Señora por tantas mercedes como había fecho y
hacia a esta Villa y habiéndola librado las noches antes de poder de tantos enemigos
Moros, como sin sentimiento alguno, habían llegado y llegaron a un tiro de
piedra de esta Villa; y vido este testigo que duró el sudor en el rostro de la
Imagen de Nuestra Señora de la Concepción una hora y más tiempo, y el aceite
duró hasta que entró de golpe la gente y como arremetieron a la dicha Lámpara a
tomar de el dicho aceite que estaba en el plato y Lámpara que tomaban en vasos
y untaban donde tenían mal y esto duró gran rato y muchas gentes llevaban de el
aceite para salud, y luego todo el pueblo junto acordaron de hacer una
procesión de mucha gente con sus armas, que salía de dicha Iglesia de la
Concepción, y fueron a San Antonio y por calles públicas y a San Andrés y
bolvió a la dicha Iglesia donde dieron gracias infinitas a Nuestro Señor y a su
Bendita Madre por el grande y claro Milagro que este testigo y el pueblo todo
vieron; y que esto es la verdad y lo que sabe por el juramento fecho, y que es
de edad de cuarenta y cinco años poco más o menos y firmólo. Juan González de
Bienvenido. Ante mí, Jorge de Escobar.
SEXTA DECLARACIÓN:
E luego la dicha información
el dicho Señor Alcalde hizo parecer ante sí a Francisco de los Ríos, médico
y cirujano de esta Villa, vecino de ella de el cual se tomó e recivió
juramento en forma de derecho, y habiéndolo fecho y siendo preguntado por el
caso dijo: que el domingo próximo pasado que se contaron diez y siete días del
mes presente de Noviembre a la hora de medio día poco más o menos, que se
quería sentar a comer y en esto oyó tocar la campana de la Iglesia de Nuestra
Señora de la Concepción y dijo este testigo: ¡Válgame Dios! ¿Si es el muerto el
enfermo que visité en el hospital? y después dijo a una mujer ¡no puede ser!
otra cosa! conforme yo lo he visto esta mañana; y según se apresuraba la
Campana, dijo este testigo: algunos cautivos que han venido a la Iglesia debe
ser, alguna cosa de nuevo hay en la iglesia de Nuestra Señora de la Concepción
y ansí, se levantó y tomó la capa, y fue hacia allá y vido que estaba todo el
Pueblo en dicha Iglesia dando gracias a Dios Nuestro Señor por tan grande Milagro;
y ansí, llegó por en medio de la gente con grande trabajo; y miró a el rostro
de la Imagen de Nuestra Señora de la Concepción y le vido que en el rostro
tenía gotas de agua, y una de ellas que estaba en el lado derecho, en la nariz,
una gota grande, y en ella pidió a Ginés de Sifuentes, Cura de San Antonio, que
estaba delante de la Imagen, deteniendo la gente, tomó con el dedo y quitó
aquella gota y untó a este testigo a su petición con ella, y vido este testigo
como la Lámpara ardía y vertía aceite en el plato que estaba debajo de dicha
Lámpara, en abundancia; y de una manera que en dicho plato de abajo había
cantidad de aceite de donde tomaban la gente, y se untaban los ojos y cara y
con paños y vasos tomaban de él dicho aceite que duró más de una hora grande; y
ansí, vido este testigo que las dichas gotas de agua que la dicha Imagen tenía,
en el lado derecho de el rostro muchas gotas de agua; y ansí vido este testigo
que estando allí el Padre Ginés de Sifuentes, Cura, llegó ansí mismo el Beneficiado
Bartolomé de la Parra, Cura de San Andrés, y pidiendo unos corporales; tocó con
ellos a el rostro de la dicha Imagen, que fue mayor confirmación de tan grande
Milagro, y haber sucedido una cosa tan milagrosa, como haber llegado los Moros
tan cerca de esta Villa y al parecer fueron huyendo sin haber quien les
perturbase y porque se hallaban muchas cosas que dejaban los moros en la huida;
y vido este testigo que de el dicho aceite de la Lámpara la gente que era
mucha, tomaban de el dicho aceite y se untaban: y este testigo se untó los ojos
y rostro, dello había grande priesa con paños y vasijas llevando de el aceite,
y que ansí mismo vido este testigo que se hizo una procesión general solemne de
mucha gente de acompañamiento con armas y insignias y cruces de las Cofradias
de la Concepción, Sacramento y Rosario por las partes públicas de toda la villa
yendo a las Iglesias de ella y la dicha procesión salió de la dicha Iglesia, y
fue como tiene dicho hasta volver a ella, y que este testigo ha estado
mirando de un Milagro tan evidente y dio y ha dado gracias a Dios Nuestro
Señor; y que esta es la verdad y lo que sabe y ha visto para el presente fecho
y que es de edad cuarenta años, poco más o menos y firmólo. Francisco de los
Ríos. Ante mí, Jorge de Escobar.
(continuará)
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