sábado, 10 de mayo de 2025

ECO.84 LA PURÍSIMA Y EL MILAGRO DE MAZARRÓN (III)

LA PURÍSIMA Y EL MILAGRO DE MAZARRÓN (III), por Paco Acosta

(continuación)

 

QUINTA DECLARACIÓN:

En la villa de Mazarrón, a diez y nueve días de el mes de Noviembre de mil quinientos ochenta y cinco años, el dicho Señor Alcalde tomó e recibió juramento en forma de derecho a Juan González, Alguacil de esta y habiéndolo fecho y vido preguntado por el caso dijo: que lo que sabe y pasó es, que estando este testigo el Domingo que pasó, que se contaron diecisiete días de este presente mes a la hora de medio día poco mas o menos, porque en esta villa no hay Reloj, estando este testigo en su casa, que quería sentarse a comer, oyó tocar la campana de Nuestra Señora de la Concepción que está cerca de su casa y fue allí a ver lo que era y halló que dijo la gente: ¿No ves el Milagro que Nuestra Señora hace que estando la Lámpara muerta desde esta madrugada y la puerta cerrada de la reja con la llave, arde? y ansí en esto vido ansí mismo como la dicha Lámpara salía y rebosaba por lo alto de ella aceite y goteaba en grande abundancia en el plato que estaba debajo ella, y en esta conyuntura entró en la dicha Iglesia el Padre Ginés de Sifuentes. Cura de la Iglesia del Señor San Antonio de donde es sufrugánea de dicha Iglesia de la Concepción y abrieron la reja y entró el dicho Cura y Clemente García, sacritán; y ansí se puso el dicho Cura mirando la Lámpara como corría aceite, y ansí mismo llamó a el presente Escribano el cual vino al cabo de un rato y todavía goteaba por dos o tres partes la Lámpara en el plato, y ansí el dicho Cura volvió el rostro a la Imagen de Nuestra Señora de la Concepción; y estando ansí empezó a dar voces incándose de rodillas, alabando a Dios y a su bendita Madre, y luego él a los que estaban con él dijo: ¿No veis como la Imagen de Nuestra Señora suda? y como la puerta de la reja tenía este testigo que no dejaba entrar a nadie, como vido mayor Milagro, saltó la puerta y se fue al altar, entonces entró la gente toda y este testigo vido que la imagen de Nuestra Señora de la Concepción tenía muchas gotas de agua en el rostro en especial a la parte derecha de tenía cinco o seis gotas de agua y pedía este testigo a el dicho Cura le untase los ojos con la dicha agua que tenia la dicha Imagen en el rostro; y este testigo vido que en el lagrimal de el lado derecho tenía una gota de dicha agua más grande que los demás, y que de las gotas que había en el dicho rostro corrían por él abajo y hacia el cuello de la dicha imagen y ansí, vido este testigo que había grandísima multitud de gente que llegaban y tomaban de el aceite de la Lámpara, y se untaban los ojos y cara y cabeza y otras partes; y ansí mismo de las gotas de el agua que estaban en el rostro de dicha imagen, y dando grandes gritos y pidiendo misericordia y alabando a Nuestra Señora por tantas mercedes como había fecho y hacia a esta Villa y habiéndola librado las noches antes de poder de tantos enemigos Moros, como sin sentimiento alguno, habían llegado y llegaron a un tiro de piedra de esta Villa; y vido este testigo que duró el sudor en el rostro de la Imagen de Nuestra Señora de la Concepción una hora y más tiempo, y el aceite duró hasta que entró de golpe la gente y como arremetieron a la dicha Lámpara a tomar de el dicho aceite que estaba en el plato y Lámpara que tomaban en vasos y untaban donde tenían mal y esto duró gran rato y muchas gentes llevaban de el aceite para salud, y luego todo el pueblo junto acordaron de hacer una procesión de mucha gente con sus armas, que salía de dicha Iglesia de la Concepción, y fueron a San Antonio y por calles públicas y a San Andrés y bolvió a la dicha Iglesia donde dieron gracias infinitas a Nuestro Señor y a su Bendita Madre por el grande y claro Milagro que este testigo y el pueblo todo vieron; y que esto es la verdad y lo que sabe por el juramento fecho, y que es de edad de cuarenta y cinco años poco más o menos y firmólo. Juan González de Bienvenido. Ante mí, Jorge de Escobar.

 

SEXTA DECLARACIÓN:

E luego la dicha información el dicho Señor Alcalde hizo parecer ante sí a Francisco de los Ríos, médico y cirujano de esta Villa, vecino de ella de el cual se tomó e recivió juramento en forma de derecho, y habiéndolo fecho y siendo preguntado por el caso dijo: que el domingo próximo pasado que se contaron diez y siete días del mes presente de Noviembre a la hora de medio día poco más o menos, que se quería sentar a comer y en esto oyó tocar la campana de la Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción y dijo este testigo: ¡Válgame Dios! ¿Si es el muerto el enfermo que visité en el hospital? y después dijo a una mujer ¡no puede ser! otra cosa! conforme yo lo he visto esta mañana; y según se apresuraba la Campana, dijo este testigo: algunos cautivos que han venido a la Iglesia debe ser, alguna cosa de nuevo hay en la iglesia de Nuestra Señora de la Concepción y ansí, se levantó y tomó la capa, y fue hacia allá y vido que estaba todo el Pueblo en dicha Iglesia dando gracias a Dios Nuestro Señor por tan grande Milagro; y ansí, llegó por en medio de la gente con grande trabajo; y miró a el rostro de la Imagen de Nuestra Señora de la Concepción y le vido que en el rostro tenía gotas de agua, y una de ellas que estaba en el lado derecho, en la nariz, una gota grande, y en ella pidió a Ginés de Sifuentes, Cura de San Antonio, que estaba delante de la Imagen, deteniendo la gente, tomó con el dedo y quitó aquella gota y untó a este testigo a su petición con ella, y vido este testigo como la Lámpara ardía y vertía aceite en el plato que estaba debajo de dicha Lámpara, en abundancia; y de una manera que en  dicho plato de abajo había cantidad de aceite de donde tomaban la gente, y se untaban los ojos y cara y con paños y vasos tomaban de él dicho aceite que duró más de una hora grande; y ansí, vido este testigo que las dichas gotas de agua que la dicha Imagen tenía, en el lado derecho de el rostro muchas gotas de agua; y ansí vido este testigo que estando allí el Padre Ginés de Sifuentes, Cura, llegó ansí mismo el Beneficiado Bartolomé de la Parra, Cura de San Andrés, y pidiendo unos corporales; tocó con ellos a el rostro de la dicha Imagen, que fue mayor confirmación de tan grande Milagro, y haber sucedido una cosa tan milagrosa, como haber llegado los Moros tan cerca de esta Villa y al parecer fueron huyendo sin haber quien les perturbase y porque se hallaban muchas cosas que dejaban los moros en la huida; y vido este testigo que de el dicho aceite de la Lámpara la gente que era mucha, tomaban de el dicho aceite y se untaban: y este testigo se untó los ojos y rostro, dello había grande priesa con paños y vasijas llevando de el aceite, y que ansí mismo vido este testigo que se hizo una procesión general solemne de mucha gente de acompañamiento con armas y insignias y cruces de las Cofradias de la Concepción, Sacramento y Rosario por las partes públicas de toda la villa yendo a las Iglesias de ella y la dicha procesión salió de la dicha Iglesia, y fue como tiene dicho  hasta volver a ella,  y que este testigo ha estado mirando de un Milagro tan evidente y dio y ha dado gracias a Dios Nuestro Señor; y que esta es la verdad y lo que sabe y ha visto para el presente fecho y que es de edad cuarenta años, poco más o menos y firmólo. Francisco de los Ríos. Ante mí, Jorge de Escobar. 

(continuará)




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