sábado, 27 de abril de 2019

ECO.46 ¿HACIA DÓNDE CAMINA LA HUMANIDAD?

¿HACIA DÓNDE CAMINA LA HUMANIDAD?, por A.F.García


Avanzamos en el siglo XXI con un progreso tecnológico vertiginoso, que parece escapársenos de las manos. En muy breve tiempo podemos tener noticia, a través de los medios de comunicación, de lo que pasa en cualquier rincón del mundo. Ningún grupo humano es un desconocido para otro. ¿Da eso lugar a que, conociéndonos, aunque sea superficialmente, nos entendamos más, nos comprendamos mejor y nos respetemos más?

La apreciación no es positiva en todas sus aplicaciones. Como cualquier otro un medio  técnico puede ser, por su naturaleza bueno y positivo, depende del uso que  hagamos de ello. Puede ser, y de hecho lo es una gran fuente de conocimiento en diversos campos y también puede llegar a ser lo contrario, el instrumento de arruinar nuestra vida y de las personas con las que nos comunicamos.

Nos hacemos dependientes de unos aparatos cada día más complejos, más sofisticados y con más prestaciones; pero su excesivo uso nos aísla de nuestro entorno natural y de las personas que nos rodean. Perdemos el hábito de observar y pensar.

Si uno sale a caminar y va pendiente de su aparato, a parte del peligro de un torpe tropiezo, no se entera de la belleza del entorno. Si va conduciendo, con más motivo, sus ojos y sus oídos están menos atentos al vehículo y a la circulación.

En algún país y en alguna de nuestras comunidades autónomas se ha empezado a prohibir llevar el Móvil en aula, porque servían de base para desaprovechar la labor docente.

Un ejemplo pésimo es ver algunos de nuestros parlamentarios haciendo uso de su aparato mientras se está interviniendo en la tribuna, sobre todo cuando el interviniente no es de su grupo.

En una Junta Vecinal del entorno, no sin asombro e indignación, cómo gran parte de sus miembros atendían a su aparato, mientras la secretaria funcionaria leía el acta de la sesión anterior.

En el campo más cercano, el de la familia y los amigos, tiene dos vertientes:

Es realmente bello, grandioso… poder comunicarnos con nuestros seres queridos en cualquier momento y estemos donde estemos.

No se puede decir lo mismo si, estando cerca y pudiendo hacerlo directamente, cara cara, lo hacemos a través de un aparato. Ver el rostro de tu interlocutor, la expresión de su cara, mientras te escucha o te habla, su expresión de agrado o desagrado, su mirada, su sonrisa…son en sí mismo un mensaje de una riqueza expresiva, al que no iguala ni sustituye ningún texto escrito.

En pocos años se ha extendido entre la mayoría de la población el uso de Facebook, WhatsApp e Instagram como redes sociales de manejo fácil y cotidiano entre grupos de personas, familiares, amigos, compañeros…para fotos, mensajes, vídeos…. Siempre se puede hacer y transmitir algo positivo, pero también lo contrario.

 En los círculos entre personas maduras, que más o menos se conocen,  es difícil  que surja la sorpresa negativa; suelen cortarse a tiempo los desvíos. El gran peligro está en los jóvenes y adolescentes, sobre todos femeninos. La curiosidad por lo desconocido o desconocido es muy grande y tentadora, pero responder y dar confianza a algo que se nos presenta sublime, como el sueño ideal... sin saber nada de la persona de quien procede puede situarnos en una senda en la que sea muy difícil retroceder. La presencia física del interlocutor no impide del todo el posible engaño, pero lo hace mucho más difícil.

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