miércoles, 8 de diciembre de 2021

ECO.63 PROPUESTA DE UN HUMANISMO AXIOLÓGICO (XIII)

Propuesta de un Humanismo Axiológico (XIII), por Eladio Chávarri, filósofo [1952-2002] en estudio y comentario de Baldomero  López Carrerafilósofo.

 (continuación)

 -Partes anteriores en nº 48, 51, 52, 54, 55, 56, 57, 58, 59, 60, 61 y 62- 


Lúdico viene de “ludus” = juego. El ser humano jugó siempre, como también juegan los chimpancés, los perros o los gatos. Pues bien, todos los seres en cuanto que desarrollen/deterioren la vertiente jugadora del ser humano son valores/contravalores lúdicos.

Cada día está más extendida la idea de calificar de lúdicas todas las actividades que no estén sujetas a un salario o a un horario laboral y son placenteras. Es un error. Tocar el piano para divertirse no es una actividad lúdica, sino artística o estética. La diversión pueden producirla todos los valores, no solo los lúdicos. Por el contrario, hay gente que se aburre soberanamente cuando no le queda más remedio que jugar al fútbol con sus hijos.

Podemos distinguir tres variaciones de la dimensión valorativa lúdica: de acción (saltar, correr, nadar, gimnasia, esconderse, lucha de cuerpo a cuerpo, etc.); con tablero y con pelota.




La vitalidad religiosa hace referencia a alguna religión, la cual nace, crece, permanece o muere en correlación con el nacimiento, crecimiento, permanencia o muerte de una o de varias divinidades.

Y como sucede con las demás relaciones valorativas, en las relaciones peculiares con las divinidades, las vitalidades religiosas del hombre adquieren nuevos y específicos aumentos –no reductibles a otros– de lo valioso y de lo disvalioso. Así mismo, también hay que aplicar a la dimensión religiosa el “axioma protector de la diversidad valorativa”.

Muchas divinidades, proporcionan interpretaciones sorprendentes del morir o del estar muerto de los hombres, como, por ejemplo, la promesa a sus fieles de seguir viviendo, aunque será en otros órdenes de vida diferentes al orden fáctico en que ahora vivimos nosotros. Hay religiones que también hacen partícipes de esa nueva vida a animales, a vegetales y a todos los seres del cosmos. Digamos que esas divinidades vienen a vencer y a superar del único modo posible la aniquilación radical y el sin sentido total que conllevan el morir y el estar muerto; como suele decirse en el lenguaje corriente, hacen pasar a sus fieles a mejor vida.

No es extraño, pues, que las intensidades más densas de lo valioso y de lo disvalioso religioso se asignen precisamente a las divinidades. ¿También las de lo disvalioso? Por supuesto que sí, ya que nada hay más destructor de divinidades que los ídolos. ¿No es una de las grandes aficiones del hombre fabricar sucedáneos de dioses a todas horas y por todas partes? Desgraciadamente las falsificaciones circulan por todos los ámbitos de la existencia.

Es muy importante destacar cómo afectan las variaciones religiosas a sus creyentes: pueden estar implicadas en solo algunos momentos, en algunos actos o en toda la vida.


(continuará)


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