miércoles, 8 de diciembre de 2021

ECO.63 HISTORIAS DEL CANTÓN MURCIANO. CARTAGENA SITIADA (II) -EL COMBATE NAVAL DE PORTMAN-

Historias del Cantón Murciano. Cartagena sitiada (II)  -El combate Naval de Portman- , por Paco Acosta

(continuación)

La pasada entrega, terminaba con una fuerte presión de las fuerzas centralistas que estrechaban por tierra el cerco de Cartagena. Y también pretendían aislarla por mar.

El día 10 de octubre, la armada centralista, al mando del almirante Lobo, se situó a seis o siete millas del Puerto de Cartagena, dispuestos a imponer el bloqueo naval que intentaba desde agosto; con la fragata Victoria como nave capitana y con la Diana como avanzadilla de reconocimiento de los que tratasen de salir, pudo comprobar que los buques insurrectos estaban en el puerto con sus calderas encendidas y desahogando vapor.

Por acuerdo de la Junta, la flota cantonal quedaba al mando del general Contreras, que no era marino.

La mañana del día 11, tras haber estado toda la noche pertrechándose, la armada cantonal se hizo a la mar en formación de combate. A la cabeza la Numancia -buque insignia-, flanqueada a izquierda y derecha por la Méndez Núñez y la Tetuán. Y en la retaguardia el Despertador del Cantón. Nada más salir del Puerto se dirigen a donde se encontraba el almirante Lobo, con las fragatas blindadas Vitoria y Almansa, acompañados por la Carmen, la Colón, la Navas de Tolosa y el Ciudad de Cádiz. La escuadra gubernamental se mantenía en línea, a la altura de Cabo de Palos, tratando de mantenerse fuera del alcance de las baterías de Cartagena.

A medio día se abre el fuego entre la Numancia y la Almansa, y pronto se generalizó el combate. En el fuego cruzado resultaron alcanzados buques de ambas partes. El adelantamiento excesivo de la fragata Numancia con respecto al resto de las unidades y la mayor pericia del almirante Lobo, provocó tras casi cuatro horas de combate forzar el regreso a puerto de los buques cantonales. Hasta aquí la primera parte de la denominada Batalla naval de Portman, que se saldó con diversos muertos y heridos en los dos bandos.

Durante toda la jornada, los buques extranjeros, fieles a su promesa de permanecer neutrales, se mantuvieron en posición y distancia suficientes para no obstaculizar los desarrollos ni los fuegos de los contendientes. Fueron simples observadores y reflejaron lo ocurrido en los informes que remitieron a sus respectivos países.

Esa misma tarde, la Junta revolucionaria, tras valorar lo acaecido, decide destituir al capitán de la Numancia, y entregar el mando de la escuadra cantonal a Nicolas Constantini, alias “Colau”, que había participado en el combate anterior como comandante de la Tetuán. Éste mandó preparar rápidamente los buques. Además ordenó que abandonaran los buques todos aquellos que no tenían experiencia en el mar. Y después en combinación con los comandantes de sus buques preparó un plan de acción, que consistía básicamente en poner fuera de combate a la Vitoria, para a continuación acabar una tras otra con las restantes fragatas de madera.

Esta táctica, en opinión de los mandos de los buques extranjeros que observaron el desarrollo de la primera parte del combate, hubiera acabado con la flota del almirante Lobo.

El día 13 salió del puerto la escuadra cantonal. A la cabeza la Tetuán, y a ambos lados algo más retrasadas la Numancia y la Méndez Núñez, manteniendo una formación cerrada, seguidas por el Despertador del Cantón.

La flota del almirante Lobo esperaba, sólo con las fragatas, a la altura de cabo Tiñoso en una formación en línea, la misma que le dio tan buen resultado el día 11.

Pero el día 13 todo fue distinto. La escuadra cantonal se mantuvo unida, pesar de las maniobras que intentó del almirante Lobo para romper su formación. Incluso, estando ambas escuadras frente a frente, en un momento dirigió la fragata Vitoria, a toda velocidad, hacia la escuadra cantonal. Los observadores extranjeros creyeron que se podía producir un inminente abordaje, pero los cantonales aceleraron la marcha, mantuvieron su formación y forzaron al almirante Lobo a hacer virar en redondo la Vitoria y alejarse con toda su flota, perseguidos por los cantonales, durante casi hora y media.

Por fin la escuadra cantonal cesó en su persecución y regresó a Cartagena, manteniéndose frente a la bocana del puerto donde se dispararon salvas, se engalanaron los buques y se celebró alegremente la retirada de los centralistas y la “victoria” obtenida sin combate.

En Madrid, tanto en la prensa como en los despachos del gobierno, fue muy comentada la incomprensible retirada del almirante Lobo, que fue rápidamente destituido. Sin embargo se mantuvieron a su lado sus compañeros, marinos profesionales que entendieron las causas que le hicieron actuar de esta forma. 

El almirante Lobo fue un gran marino. Le acompañó la suerte el día 11, en la primera parte del Combate naval de Portmán, pero el día 13, en la segunda parte, frente a tres fragatas blindadas, bien dirigidas, lo único que hubiera conseguido, con la Vitoria algo averiada tras la refriega del día 11, hubiera sido perder la escuadra y cientos de vidas. Según los entendidos, actuó con prudencia, y de haberse enfrentado a la flota cantonal podría haber sufrido tan importantes pérdidas que posiblemente hubieran podido cambiar el curso de la guerra.

La huida de la flota gubernamental elevó considerablemente la moral de los cantonales cartageneros, que días después incluso hicieron una incursión para intentar restablecer el Cantón de Valencia. Se apoderaron allí de víveres y dinero, pero no consiguieron el levantamiento de la ciudad que esperaban.

Sin embargo, por tierra continuaba la presión de los sitiadores y a finales de octubre aparecen muestras de cansancio en la población de Cartagena, que ya acusa el largo asedio.

Para el 28 de octubre se estima que las fuerzas sitiadoras podían llegar a los nueve mil hombres. Con los refuerzos que iban llegando, prolongaron y rectificaron la línea de bloqueo de la plaza, ocupando definitivamente el pueblo de Alumbres, que se convirtió en su punto más avanzado. Paulatinamente se van incrementando el número de baterías, dotadas cada vez con piezas de mayor calibre.

Tras la retirada del almirante Miguel Lobo, se da la máxima prioridad a la presión por tierra y ésta da lugar a una nueva fase en el desarrollo del sitio a la ciudad; comienza el denominado Bombardeo de Cartagena.


(continuará)


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