miércoles, 8 de diciembre de 2021

ECO.63 EL ENCANTO DE ALBARRACÍN

El encanto de Albarracín, por A.F.García



La mañana del día 6 se nos ofreció soleada y clara en la que podíamos admirar el amplio horizonte desde el autocar mientras recorríamos el altiplano entre Teruel y Albarracín. Llegados a la entrada de Albarracín, Alfonso, el conductor, nos animó a esperar en el Bus mientras llegara la guía, pues fuera la temperatura no supera los 4º. Mientras admirábamos y comentábamos los bellos colores otoñales de los álamos junto al río Guadalaviar, cubriendo su fluida corriente de aguas cristalinas. No era menos la bella estampa que nos ofrecía la vista de la ciudad con su llamativo color tierra o ladrillo.

En Albarracín cada calle, cada rincón, casi cada casa o fachada es un cuadro. Giulia recorre y muestra la ciudad con el mismo conocimiento y actitud emocional que si fuera la suya.

Hemos visto en Cuenca sus casas colgantes y en varias poblaciones de las dos castillas la ampliación de la segunda planta de las casas proyectándose sobre la calle, pero no con la naturalidad y abundancia que en Albarracín.

Las celosías de las ventanas, los remaches de algunas puertas y sobre todo sus pomos o aldabones son una obra de artesanía metálica con su tradicional significado.


Giulia nos presenta a Nacho de la Fundación Santa María de Albarracín, que toma el relevo, y se despide con nuestro agradecimiento.

Albarracín y sus edificaciones están en una ladera pendiente y la catedral no menos; por ello, se amplió a lo largo lo que no pudo ser a lo ancho. Una larga nave con bóveda de múltiples arcos entrecruzados. Su bello, exuberante altar mayor, renacentista, obra de Cosme Damián Bas; el altar impresionante de la Virgen del Pilar; pero me impresionó más la capilla de San Pedro, en madera no policromada, obra de Gabriel Yoly, de una calidad de imaginero indiscutible.



Seguimos visitando la sacristía, la cripta, el palacio del obispo hecho a trozos y el Palacio Episcopal con un apreciable valor de objetos sagrados y tapices.



Nacho exponía con admirable detalle los valores que se albergaban. Nos acercábamos a las 13:00 horas y necesitábamos ir a un aseo. Por ello, nos acercó al Museo Etnográfico, donde entramos a hacer nuestro menester. Poco pudimos ver. Nos faltaba éste y la Torre de doña Blanca en el denso programa; pero acusábamos el cansancio. Le rogamos a Nacho que brevemente nos contara la leyenda de esta princesa.

Parece que Doña Blanca despertaba en demasía la simpatía y popularidad de los súbditos a juicio del rey, su hermano, y sobre todo, de su cuñada. Temerosa buscó la protección de esa torre y las gentes de Albarracín. Parece que un joven pastor del contorno se enamoró de ella y en las noches de verano venía a verla cuando bajaba al río a bañarse. Desapareció la princesa, pero su silueta aparecía bajando de la torre al río.














No hay comentarios:

Publicar un comentario

Se ruega NO COMENTAR COMO "ANÓNIMO"