jueves, 18 de septiembre de 2025

ECO.86 ¿PANACEA EN EL SIGLO XXI? (y II)

¿Panacea en el siglo XXI?  (y II), por Juan Miguel Ortiz, Doctor en Medicina

(continuación)

 

¿Y ya está?

Posiblemente debido a la gran cantidad de personas que los utilizan, cada día asistimos a noticias sobre efectos de los GLP-1RAs en diversas enfermedades asociadas a la diabetes y/o a la obesidad. Por eso lo de llamarlos la nueva Panacea del siglo XXI. 

En los diabéticos es frecuente encontrar síntomas de fallo en el funcionamiento de los riñones. Lo que se llama Enfermedad Renal Crónica. Cuando se comparó lo que pasaba con estos enfermos si tomaban GLP-1RAs o un placebo se tuvo que parar el experimento, porque la mejoría en la progresión de la enfermedad era tal, que seguir dando placebo iría contra la ética médica. 

Se piensa que el efecto de protección renal puede producirse no solo en los diabéticos obesos, pero faltan investigaciones para estar totalmente seguros. 

En 2023 se comprobó que uno de estos análogos tenía un efecto de protección cardiovascular y lograba disminuir los infartos de miocardio y los accidentes cerebro vasculares en personas obesas y con cardiopatía. La protección cardiovascular parece independiente de la pérdida de peso ya que se consigue con disminuciones de tan solo el 5% del peso. 

También parece que son útiles en los casos de hipertensión y apnea del sueño. Estando ambas situaciones relacionadas con la obesidad, se puede pensar que el efecto sea secundario a la pérdida de peso. 

También actúan sobre algunas enfermedades cutáneas. Así, en la psoriasis y la artritis psoriásica los agonistas del GLP-1 mejoran la respuesta a los tratamientos, efecto secundario a la pérdida de peso, pero también podrían tener propiedades antiinflamatorias independientes. 

También mejoran otras enfermedades cutáneas como algunos síntomas de la hidradenitis supurativa y actúan sobre diversos factores que promueven la cicatrización de heridas. 

En relación con la salud mental existe la posibilidad de que lo análogos al GLP-1 ejerzan efectos directos en el cerebro, sobre zonas relacionadas con el estado de ánimo y el procesamiento de la recompensa. Esto podría influir en el bienestar emocional que manifiestan las personas tratadas independientemente de las mejoras en la salud física, cuando bajan de peso. 

Se han descrito otros efectos como reducción de la adicción al juego, el alcohol, el consumo de drogas, el tabaquismo y las compras compulsivas. 

Para que estos medicamentos actúen es necesario que las células tengan en su superficie receptores para el GLP-1. En efecto los tienen y en abundancia en el páncreas que es el órgano diana del GLP-1, pero también se encuentran, por orden de abundancia, en corazón, glándulas salivares, cerebro, intestino, estómago, mamas, tiroides, pulmón, piel y con menor frecuencia en otros tejidos. 

Su presencia en el cerebro es interesante porque parece que son capaces de ejercer un efecto protector contra la demencia más intenso que otros tratamientos de la diabetes. 

Los GLP-1RAs pueden ayudar a reducir las exacerbaciones de la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica a través de efectos antiinflamatorios, de la disminución de peso, de sus efectos cardiovasculares y de mecanismos de protección pulmonar. 

En realidad, hay que avisar que esto se está escribiendo en junio de 2025 porque cada día aparecen noticias sobre otras posibilidades terapéuticas de los agonistas de los receptores del GLP-1. 

Por supuesto que no son una verdadera panacea, que ya sabemos que se considera desde hace siglos como una utopía, pero resultan intrigantes tantos efectos para unos fármacos relacionados con una sustancia, el péptido similar a glucagón, que no se descubrió hasta la década de los 80 del siglo pasado y de los que se dispone en las farmacias solamente desde principios de este siglo. 

En la investigación sobre los mecanismos de actuación de estos medicamentos tropezamos con un inconveniente y es que no es razonable utilizarlos en personas sanas, por lo tanto, sus efectos se estudian sobre todo en diabéticos obesos. El motivo es simple, los GLP-1AR, como cualquier medicamento eficaz tiene más de un efecto y alguno es perjudicial. Por consiguiente, no sería ético administrarlo a quien no le va a beneficiar, de entrada, pero sí le podría perjudicar. 

Si sus efectos se deben a que mejoran los niveles de azúcar en sangre no se espera que los tengan en quienes tienen una glucemia normal. No parece que sea esta la causa fundamental ya que otros medicamentos que normalizan la glucemia no tienen los efectos de los GLP-1AR o si los tienen es en menor intensidad. 

Si los efectos se deben a la bajada de peso, la primera conclusión sería que la obesidad es una enfermedad mucho más grave de lo que pensamos, ya que la simple bajada de peso provocaría mejorías en órganos tan distintos como al corazón, el cerebro, la piel o los pulmones. 

No se puede descartar que sea el efecto sobre el peso la explicación; pero habría que comprobar que no se produce cuando se trata a personas sin obesidad y dispuestas a aceptar las molestias intestinales, náuseas, vómitos, diarreas, riesgo de pancreatitis o de enfermedades oculares y otros efectos secundarios de estos medicamentos. Sin hablar de lo caro que resulta el tratamiento y de que casi siempre se lleva a cabo mediante inyecciones subcutáneas (ya hay pastillas para emplearlos vía oral, aunque desde hace poco). 

Por todo esto es muy interesante la posibilidad de que algunos efectos estén mediados por una acción antiinflamatoria independiente del peso y la glucemia, lo que justificaría su empleo en algunos casos sin diabetes ni obesidad. 

Mientras tanto esperemos que las ingentes ganancias que están teniendo los laboratorios con estos medicamentos, les induzcan a incrementar su investigación en esta vía, pero sin olvidar los tratamientos para enfermedades menos frecuentes, pero incluso más graves y más olvidadas.






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