EL HOMBRE NUEVO DEL FUTURO (V), por Eladio Chávarri filósofo [1952-2002] en estudio y comentario de Baldomero López Carrera, filósofo.
La comparación ha de hacerse, como es lógico, entre sus respectivos núcleos duros, porque no parece que exista nada mejor que caracterice a las formas de vida. Por lo que se refiere a lo religioso, me he expresado en singular, aunque lo correcto sería hacerlo en plural, pues los núcleos valorativos religiosos son tan numerosos y diferentes como lo son los Dioses únicos y las divinidades sectoriales que han existido y existen.
Cuando han sido los pares valorativos de la dimensión religiosa los que han desempeñado la función de núcleo valorativo duro, no parece que sus creyentes hayan respetado este axioma, porque los valores religiosos han practicado modalizaciones o cambios de ser, reducciones y supresiones de pares valorativos de las otras siete dimensiones valorativas.
Muchos se alegrarán de que por fin hayamos dado el gran paso histórico de sustituir la forma de vida religiosa por la forma de vida económica-biopsíquica. Ahora disfrutamos de un nuevo núcleo valorativo, que ha desplazado por completo al milenario núcleo duro religioso. La gente ha preferido la modalización biopsíquica-económica que la religiosa, e incluso que las esmeradas construcciones mentales sobre el particular que intentaron implantar los filósofos ilustrados.
Pero, desde el punto de vista general de la estimativa, no hemos dado un paso adelante, pues seguimos con las mismas transgresiones del “axioma protector de la diversidad valorativa”. Hacemos básicamente las mismas reducciones y transformamos del mismo modo que antes el genuino, específico, insustituible y natural contenido de los pares valorativos. En resumen, nos encontramos con los mismos defectos en los modelos religiosos de vida que en el HPC. No podemos sentirnos satisfechos con ninguno de los dos, porque la estimativa humana sufre grandes desequilibrios y perjuicios en ambos.
Tal situación valorativa en ambas
formas de vida nos ha conducido a tener una actitud inconformista, de la que solo podemos salir con una dignificación que anule completamente
esos desequilibrios y de la que se
beneficien todas las dimensiones valorativas en su especificidad original.
(continuará)
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