BUENA JORNADA EN ELCHE, por A.F.García
El pasado 11 de marzo, un grupo de 47 personas fuimos de excursión a
Elche. Esta ciudad, muy cercana a nuestra provincia, con 230.000 habitantes, es
la cuarta de España de las que no son capitales de provincia, después de Vigo,
Gijón y Hospitalet de Llobregat. Es muy monumental y presenta un aspecto muy
cuidado.
Uno se ve muy obligado a seleccionar entre tantas cosas dignas de
visitar. Nosotros seleccionamos a priori, porque es necesario concretar cada
visita, las que consideramos más interesantes.
Nos apeamos en la Estación de Autobuses. Fue un error mío el entrar en
la cafetería del ferrocarril, porque la mala coincidencia de haber un solo
camarero en el momento que se espera la salida de un tren nos dejó en una
situación peor que en cualquier otra en la ruta.
Cruzando desde allí, a través del Parque Municipal, llegamos al Museo
del Misterio, donde ya nos esperaban con impaciencia y nos llamaban por móvil
algo preocupados.
El Misterio de Elche es una de las reliquias, únicas en el mundo, que
esta ciudad ha tenido el mérito de conservar y forma parte del Patrimonio de la
Humanidad por la UNESCO. Es desde ese punto de vista desde el que lo hay que
entender y valorar. El Misterio de Elche
(Misteri d'Elx en valenciano) es un drama sacro-lírico religioso que recrea la
Dormición, Asunción y Coronación de la Virgen María. Dividida en dos actos o
jornadas. La obra se escenifica cada 14 y 15 de agosto en el interior de la
Basílica de Santa María. Nosotros lo vimos en vídeo y la técnica, que nos puede
resultar primaria comparada con los efectos especiales de los films de hoy día,
hay que situarla en su contexto histórico.
Desde aquí llegamos a punto al Museo Histórico de Elche (MAHE), muy
amplio y bien cuidado. El guía, con una apreciable erudición y no menos
apreciable libertad de opinión y soltura dialéctica, nos deleitó disertando, en
la medida que se lo permitía la brevedad de tiempo, sobre la diversidad de
etnias, culturas y religiones que habían configurado sus ricas tradiciones. En
una de sus muchas dependencias contemplamos el bello busto de LA DAMA, copia
del original del siglo V, que se halla en el Museo Arqueológico Nacional de
Madrid.
Cruzamos de nuevo el Parque Municipal en dirección del bus que nos
esperaba para llevarnos al Museo del Palmeral. En éste, sin guía, apreciamos
especialmente, las bellas y primorosas labores artesanas, elaboradas a partir
de la hoja de palmera, y recorrimos el pequeño palmeral anexo.
El bus, que había esperado a la puerta, nos acerca con no pocos
cambalaches al restaurante. El servicio fue rápido, diligente y, por lo que
pudimos apreciar, muy satisfactorio. Por esta vez, pudimos disfrutar de nuestro
menú cómodamente, levantarnos de la mesa a las 16:30h y, subidos al bus, llegar
al Huerto del Cura, holgadamente, a la hora concertada.
¡Ah, Señor, qué huerto tenía el cura! ¡qué deleite! Nunca había visto
a nuestros excursionistas tomar tantas fotos. Ello, de por sí, demostraba el
disfrute del lugar y del momento. La intensidad y variedad de elementos
vegetales, su armoniosa, y hasta caprichosa, distribución, la belleza del
estanque y su fauna avícola impactaban a la vista, nos infundían una sensación
de placidez, de disfrutar sin tener prisa, que se apreciaba en la expresión
facial de muchos de nosotros, más elocuentes que las palabras que algunos
llegamos a pronunciar.
Desde allí, sin que llegara a un kilómetro, recorrimos a pie, el
trayecto, por las vías principales hasta la Basílica, más imponente que
artística, donde algunos tratábamos de localizar los puntos de representación
del famoso misterio, visto en vídeo por la mañana.
Fuera por cansancio, fuera por saturación de los sentidos, incapaces
ya de impresionarse, el paso por la Basílica y posterior travesía por el Parque
Municipal se hizo abreviado por la mayoría de los participantes, lo que,
suponemos, no disminuyó el grado de satisfacción.
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