viernes, 11 de mayo de 2018

ECO 40. El Parque minero de La Unión


El Parque Minero de la Unión, por Paco Acosta


Esta ha sido nuestra primera excursión del año 2018. Y nosotros, que partimos de Mazarrón, Isla Plana y La Azohía, una zona en la que la minería está presente desde las raíces de la historia y aún permanece en nuestro paisaje, hemos tenido que acercarnos a La Unión y al Llano del Beal, para al penetrar en las galerías de una mina, hacernos una idea de lo que representó la minería para los habitantes de esta región.

Soy consciente que lo que vimos en La Unión ha sido montado como un “parque temático” para que aprovechando las infraestructuras que quedaron de las antiguas minas, se pueda dinamizar esa zona al amparo del turismo que nos envuelve. Y eso está bien. Creo que en este sentido el Parque Minero cubre su misión. Es importante y necesario dar a conocer a lugareños y forasteros, jóvenes y niños, lo que representó, desde tiempos muy remotos, la extracción del mineral como base de la prosperidad de la Sierra Minera. Con sus luces y con sus sombras.

Luces fueron el desarrollo en cuanto a crecimiento de la población, la evolución de las técnicas de laboreo, las industrias adyacentes (lavaderos, fundiciones, maquinaria…), el comercio, el transporte por tierra y por mar…

Pero todo esto acabó en época relativamente próxima, y hoy día lo que queda en el paisaje, y en la percepción de los que nos visitan, son casi exclusivamente las sombras: las terreras sin vegetación, los restos de los depósitos de estériles, algún que otro vestigio derruido de lo que fueron las edificaciones próximas a los pozos de las minas, la colmatación de la bahía de Portman -el Portus Magnum de los romanos que permitió la salida de minerales por el mediterráneo- y esa contaminación por metales pesados de acuíferos, tierras y mar de la que tanto se habla en la sociedad actual.

No obstante, el recorrido turístico que se nos ofrece por las galerías y niveles de la Agrupa Vicenta, no solo nos ilustra sobre en qué consistía y cómo se efectuaba la extracción del mineral, sino que nos remueve en lo más hondo de nuestros sentidos y sentimientos, al hacernos conscientes de las duras condiciones de trabajo de los esforzados mineros, de la carencia de los mínimos sistemas de protección y seguridad -sin casco, sin gafas protectoras, casi desnudos o descalzos-, del trabajo de los niños para acceder a las más estrechas oquedades de las vetas, la silicosis y el miedo a no poder seguir ganándose el jornal con los “pulmones de piedra”, la insalubridad del interior de los pozos con un ambiente polvoriento, húmedo y caluroso, la oscuridad casi total, el constante peligro del grisú, los barrenos y las explosiones fallidas, los accidentes…

Hablar de minas y minería subterránea y no sacar a colación los accidentes de los mineros, parece algo impensable. Sin embargo, los guías que nos acompañaron en el recorrido por el interior, a mi juicio hábil y acertadamente, no mencionaron el tema. No era necesario. Se percibe en el ambiente nada más dar los primeros pasos por la estrecha galería de entrada. Y eso que éramos conscientes de entrar en un espacio previamente preparado…

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Se ruega NO COMENTAR COMO "ANÓNIMO"