“Veracidad” y “Credibilidad” de la información, por Paco Acosta
Desde muy antiguo se ha dicho “Si no lo veo no lo creo”. Incluso es
una frase que aparece en los evangelios.
Pero la “credibilidad” de una información, no siempre se corresponde
con su “veracidad”. Una información puede ser falsa, pero creíble. La
credibilidad suele asociarse con la confianza que se tiene en el que la
transmite. Y la confianza, a su vez se consigue, o se conseguía, a través de
las fuentes tradicionales del respeto: gobierno y sabiduría o experiencia,
generalmente asociada esta última a la edad.
Gobierno o gobiernos
Desde siempre se ha dicho que los “gobiernos” utilizan el ser fuentes
de confianza para trasmitir informaciones “creíbles” –y no siempre del todo
veraces- a los gobernados o ciudadanos (especialmente dirigidas a los más
fácilmente influenciables –los niños-, así como a contentar a los afines o a
manipular a los menos críticos).
En el caso de los niños y jóvenes, hemos comprobado recientemente cómo
los políticos regionales se apoyan en las “competencias de educación”, para
trasmitir “consignas” y “visiones partidistas”.
Para “convencer” al resto de la ciudadanía, es suficiente con asumir
el “control” de medios de comunicación. Los gobiernos se han basado en éstos
para transmitir la información que desean llegue a los ciudadanos. Las fuentes
de información “fiable” eran, en el pasado casi exclusivamente los periódicos.
Y con posterioridad este papel les correspondió a la radio y después la
televisión.
Y ahora, las redes sociales parece que escapan de su control… Este
tema lo trataré más adelante.
Los que detentan el Saber
Aquí la situación es algo más confusa. ¿Quiénes son verdaderamente
reconocidos como conocedores profundos de un tema o autoridades en el mismo?
Los debates científicos y las diferencias de criterio que enriquecen y
hacen evolucionar la Ciencia (así con mayúsculas) no suelen ser de interés del
ciudadano, que en general carece de la suficiente base para reconocer quienes
detentan el “saber”.
La información “válida” respecto a los conocimientos científicos se ve
reflejada y contrastada por la publicación en las revistas especializadas, los
congresos y otros foros, por lo general de escasa repercusión para el público
en general.
Ahora bien, a medida que los avances técnicos se han ido acercando al
común de las personas, y crecer el interés de éstas por el “conocimiento”, han
surgido oportunidades para aquellos que de una forma u otra podían poner de
manifiesto una cierta autoridad en alguno de estos temas.
Nuevamente los medios de comunicación han tenido, y tienen, aquí una
gran influencia “creando expertos” en forma de tertulianos más o menos famosos
que se permiten opinar de todo, o “presentando divulgadores” que en su misión
aparentemente formativa suelen concentrarse en los temas más novedosos o
incluso en los más controvertidos, y éstos casi siempre son tratados con
insuficiente profundidad en los medios. De esta forma, las posibles
discrepancias que se pueden poner de manifiesto al tratar ciertos temas son
aprovechadas para, generalizando, crear dudas en la audiencia respecto a la
veracidad plena de la información.
La Edad, base tradicional de experiencia
Los años han sido una fuente tradicional de experiencia. Los consejos
de ancianos, los senados, etc., reflejaban, en el pasado, claramente esta
circunstancia. Hoy raramente es aprovechada o valorada por la sociedad.
De antiguo los nietos han escuchado con interés las sabias palabras de
los abuelos, que en muchos casos constituían una magnífica fuente de
transmisión oral de información verídica, con las que se perpetuaban los usos y
costumbres generalmente considerados como adecuados, tanto en lo que respecta a
la “buena educación”, la moral, las relaciones o incluso los procedimientos apropiados
en los oficios familiares.
Hoy día, con el importante avance de las nuevas tecnologías, los
conocimientos de los abuelos han quedado relegados a un segundo plano. La
experiencia ha dejado de ser considerada un “valor”, de no verse relacionada con
las nuevas técnicas.
Los jóvenes dominan fácilmente estas tecnologías asociadas a la
comunicación, y confían en lo que “captan” a través de ellas…
LAS REDES SOCIALES
Las llamadas “redes sociales” constituyen actualmente la mayor fuente
de difusión de información. La facilidad de comunicar “algo” a un gran número
de “contactos”, que a su vez lo pueden “retransmitir” a muchos otros más, hace
que en cuestión de segundos una noticia sea conocida por miles de personas… Y
en la mayoría de los casos se trata de una imagen y un breve comentario….
Al ver la o las imágenes, se tiende a aceptar eso que se contempla en
pantalla como perfectamente creíble, lo que suscita en muchos sujetos ansias de
comentar esa noticia –positiva o negativamente-, dando lugar a que un tema se
pueda convertir en “trending topic”, o dicho más a la antigua en “algo de lo
que habla todo el mundo” …
Esa es la fuerza de las redes. Sin que nadie “asegure” la veracidad de
la información, esta puede difundirse… y aceptarse. Tan solo es necesario que
sea creíble. Y que llegue a bastantes seguidores activos… Múltiples veces,
incluso por diferentes caminos, con ligeras variantes… Así, plenamente vencido
nuestro posible espíritu crítico, se acepta la “noticia” como cierta y podemos
comentarla como si la hubiéramos vivido…
¿No se está
convirtiendo esto en otra forma de control y manipulación?
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