LA
MARIPOSA DEL MADROÑO, por Eva
Sevilla Cervantes
Estaba en la mano de Felipe, un motero en cuero
negro y pañuelo pirata ‘no se va’ me
comentó. Yo regresaba de un "paseo mañanero". Me fijé en su mano
extendida. ‘Me chupa y corretea por mi
brazo...’. Qué envidia, pensé para mis adentros; pero no por eso iba a
dejar de disfrutar de ese momento tan poco habitual, un ejemplar tan magnífico.
Cogí el móvil y me lié a hacerle fotos a la mariposa... Bueno, a Felipe
también.
Se llama charaxes
jasius y vive en las regiones del litoral
mediterráneo y es la más grande de las diurnas que habitan por aquí. Solo las
podemos ver en dos generaciones; a principios y finales del verano así que fue
un lujazo el tenerla tan cerca. La información que he encontrado sobre su corta
vida no es mucha; pero, desde que eclosiona el huevo hasta que se transforma en
mariposa no deja de ser interesante.
Comienza siendo una oruguita de color verde
con un cabezón que te recuerda a un "demonio emplumado" (que diría mi
madre), muy marrón y con cuernecillos.
Esta etapa de su vida la dedica a devorar hojas de madroño; de ahí el nombre pero también se ha comprobado que los laureles, los cítricos y chirimoyas están dentro de su dieta. Cuando alcanza la madurez suficiente, la metamorfosis, abre la puerta a la reina de las mariposas mediterráneas. La más grande.
Esta etapa de su vida la dedica a devorar hojas de madroño; de ahí el nombre pero también se ha comprobado que los laureles, los cítricos y chirimoyas están dentro de su dieta. Cuando alcanza la madurez suficiente, la metamorfosis, abre la puerta a la reina de las mariposas mediterráneas. La más grande.
Felipe:
qué envidia.
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