¿HAY
CRITERIO MORAL?, por A.F.García
Con otras palabras, aunque pueda parecer con
tinte religioso, uno se pregunta si existe una conciencia del bien y del mal,
un criterio ético-moral que discierna lo justo de lo injusto.
No hace muchas fechas, cuando yo planteaba
esto, un político a quien aprecio, con un ademán de quien desecha algo,
afirmaba que eso no existía. Se puede interpretar de dos maneras. ¿No se
admiten criterios éticos o no se tienen en cuenta?. El plantearlo es
decepcionante y el confirmarlo, más aún.
La verdad es que tanto en boca de la clase
política como en los medios de comunicación no se utilizan muchas expresiones
que tengan que ver con la ética, la honradez, la justicia, la solidaridad.
Legalidad o ilegalidad son las expresiones
más usadas; pero eso no nos dice mucho al ciudadano medio cuando vemos lo
volátil, arbitrario a veces, que es el límite entre ambos conceptos. En las
áreas de urbanismo, por ejemplo, vemos con qué facilidad un terreno rústico se
recalifica como urbanizable, incluso en casos que debe, o debería, ser espacio
protegido.
Parecida confusión de
límites se da entre los bienes comunes y propios, públicos y privados por parte
de algunos responsables políticos o directivos de entidades bancarias. El afán
desmedido por una situación económica de privilegio muestra una ausencia de
sentido de la justicia, la solidaridad y de una ética o moral humana y
evangélica, aunque no pocos se hagan pasar por católicos.
Se cruzan muchas
acusaciones de haber mentido y lo cierto es que parecen llegar hacerlo, a
veces, incluso bajo juramento. Nos sorprende la solemnidad que se aplica a
mentiras de gran calado. “Decir mentiras
a la vez que se cree sinceramente en ellas… negar la existencia de la realidad objetiva sin dejar ni por un
momento de saber que existe esa realidad que se niega” (George Orwell, en
1984).
En los medios de comunicación,
en las redes sociales rara vez se dan iniciativas y debates serios; prima la
agresividad verbal hiriente, la gresca, …; todo vale; se alimenta el morbo y se
traslada desde la política y los círculos sociales a la calle desarrollando un
malestar y una tensión preocupantes. Es vergonzoso. ¿No estamos intoxicando las
mentes?. Reflexionemos y asumamos cada uno nuestra parte de responsabilidad en
lo que estamos creando y trasmitiendo.
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