CARLANTUM. PESCA Y PESCADORES, por A.F.García
La XV edición de CARLANTUM incluyó tres
conferencias los días 20, 22 y 24 de febrero, lunes miércoles y viernes.
El lunes, 20, Vicente Montojo Montojo nos
habló de Mazarrón y sus comerciantes en el siglo XVII.
El miércoles, 22, Práxedes Muñoz Sánchez,
Antropología de la pesca a partir de una etnografía intersectorial. Realidades
pesqueras de Murcia y México.
El 24, viernes, intervino Juan Pedro Navarro
Martínez. En imagen y poder expuso el Repertorio heráldico del Marquesado de
Los Vélez en la Villa de Mazarrón.
Nos atrajo la atención la charla del miércoles. Uno se preguntaba qué lazo de conexión habría entre la pesca de Murcia y México. La conexión se llama Práxedes. Nos atrajo su cercanía al pescador a un lado y otro del Atlántico.
El que esta profesora de la UCAM nos hablara
de la experiencia de compartir y convivir muchas horas con los pecadores
artesanales, ver lo que hacen, cómo viven, escucharles, dio un atractivo
especial a su conferencia. En ambos lados la vida es dura, arriesgada,
desprovista de la adecuada protección. Sin embargo, si lo es aquí, con el
amparo legal y económico de la UE, más lo es donde no tienen esa cobertura, ni
paro ni seguridad social.
Nuestra conferenciante estuvo en San Pedro de
Campeche (Tabasco, sur de México) y comparte su esfuerzo investigador con San
Pedro de Pinatar, el mismo santo, y Cabo de Palos, lamenta no haber podido aún
dedicar tiempo a la Bahía de Mazarrón.
Su evidente sentido humano le ha permitido
observar diferencias dentro de la dureza de este medio de vida. Aquí es raro
que una familia se dedique por entero a la pesca, que viva exclusivamente de
ella y ver a una mujer pescadora; nos muestra la imagen de una, pero se trata
de una titulada superior que lo hace como medio de vida provisional.
Allí hay familias enteras entregadas a la
pesca y viviendo solo de ella. Existe también la mujer pescadora, la mujer
valiente de machete bajo la almohada.
Por otra parte, en su bahía se había
instalado una multinacional petrolera, una desgracia para pesca y pescadores,
pero ese mal se agravó a partir del 11 de septiembre de 2003 cuando los
titulares de la empresa les dio por considerar posibles terroristas a los
pescadores y mantenerles alejados de su área, que no deja de ser el área del
pescador y de los habitantes de la zona. Eso les obliga a ir decenas de millas
mar adentro en pequeñas embarcaciones y pasar tres días alejados del hogar.
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