domingo, 16 de noviembre de 2025

ECO.87 UN MOVIMIENTO RELIGIOSO MEDIEVAL: BEGUINAS Y BEGARDOS (I)

Un movimiento religioso medieval: Beguinas y Begardos (I), por Francisco Mendiguchía


Todo comenzó cuando mi mujer y yo decidimos visitar los Países Bajos, cosa que hicimos en el mes de septiembre de 1994.

Bélgica y Holanda tienen para los españoles una vivencia especial: Flandes, los famosos Tercios del Gran Duque de Alba, Alejandro Farnesio, el cuadro de Las Lanzas de Velázquez, la infeliz y loca Princesa Juana, su hijo Carlos de Gante, su nieto Felipe II, la hija de éste, la gobernadora Isabel Clara Eugenia, el pobre Don Juan de Austria, -muerto de un tabardillo en el sitio de Namur- o, en fin, los cuadros de Rubens en el Museo del Prado.

Por otro lado, recuerdos no históricos sino literarios como la obra “En Flandes se ha puesto el sol” de D. Eduardo Marquina, la baladronada de D. Luis Mejía en el Tenorio… y entramos a saco en Gante el Palacio episcopal… o la famosa leyenda de Zorrilla “A buen juez mejor testigo” con aquello de «pasó un día y otro día, un mes y otro mes pasó, y un año pasado había, mas de Flandes no volvía, Diego que a Flandes partió». 

Cierto que estos países no guardan un buen recuerdo de nosotros por lo del Duque de Alba y la ejecución de los condes de Egmont y de Horne. ¡Pobre Horne, nadie se acuerda de él fuera de su patria, mientras que Egmont ha pasado a la universal posteridad gracias a Goethe y a Beethoven!, pero también es verdad que la presencia de España nos asalta continuamente al viajero, tal como sucede en Holanda con un San Nicolás que llega de España cargado de juguetes o en Bruselas en cuya magnífica Gran Plaza hay dos edificios, uno, el segundo en categoría de la misma, conocido como “La casa del Rey” con las efigies de María de Borgoña y su nieto Carlos V y otro, que perteneció al gremio de los panaderos, que se llama “La casa del Rey de España” que, en su fachada, exhibe un enorme medallón de Carlos II. 

También, si vamos a Waterloo, donde la gran batalla, nos mostrarán el “albergue del Rey de España” que, en medio de la lucha cambia varias veces de mano y sirvió de alojamiento a los generales de los ejércitos rivales. 

Asimismo, en la Plaza Mayor de Amberes y en la fachada de su monumental Ayuntamiento aparecen tres escudos, el de la ciudad, el de los Duques de Brabante y el de Felipe II. 

En Gante hay también una casa, llamada de “Las Testas Coronadas”, que tiene en su fachada los bustos de todos los Condes de Flandes, desde Balduino el de Las Cruzadas hasta Felipe II, siendo curioso que en otro edificio más moderno -creo que el de Correos-, aparece la efigie de otro rey español, pero este es Alfonso XIII, puesto allí en reconocimiento por haber ayudado a Bélgica en la guerra de 1914. 

El viaje lo iniciamos en Amsterdam y, nada más empezar la visita turística a la ciudad, en su mismo centro, cerca del Dam, el guía nos condujo a una plaza recoleta y silenciosa, llena de calma y de un cierto misterio, en la que oímos por primera vez la palabra beata, pues aquella plaza era precisamente el beaterio de Amsterdam (begijnhof, en holandés).


 

El guía nos explicó que allí vivían las beatas, mujeres que eran algo así como monjas laicas, es decir que no pertenecían a ninguna Orden religiosa. Se trataba de las Beguinas.

 

(continuará)

 



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