domingo, 16 de noviembre de 2025

ECO.87 EXCURSIÓN A MINATEDA (TOLMO Y PINTURAS RUPESTRES)

Excursión a Minateda (Tolmo y Pinturas Rupestres), por A. Fernández García

 

Salimos del Puerto de Mazarrón a las 8:00h y a las 8:30 rebasábamos Alhama; las retenciones y lenta circulación desde varios kms antes de Murcia por la A-7 nos demoró bastante, lo que nos hizo llegar con retraso a la entrada al Tolmo.


Dª Mª Isabel, nuestra excelente guía para todo el Tolmo, nos estaba esperando. Más de una decena de altos en el camino hemos hecho para explicarnos los distintos espacios, casi todos sobre una plataforma metálica enrejada para que no pisáramos los restos a conservar.


El primer espacio son los restos de una calzada romana en pendiente bastante acusada y en una curva con rodadas cada vez más abiertas y más profundas debido al material de roca relativamente blando; incluso en lo más pronunciado se habían practicado algunas hendiduras entre las rodadas paralelas para que las bestias de tiro pudieran afincar su cascos o herraduras y nos resbalaran.

El segundo espacio son las murallas. Son tres murallas; las tres con acceso por la izquierda: la más exterior es la ibera, asombrosamente firme, de piedra y cal y mampostería; le sigue la romana, de piedra de sillería, que parece datada en 209 a.d.Cristo, lo que parece coincidir con la derrota definitiva en Zama de Aníbal y que los romanos al mando Escipión conquistara Nova Cartago; inscripciones posteriores corresponden ya a Octavio Augusto, que terminó de conquistar la Península y su yerno Agripa; la tercera y última corresponde a los visigodos, que aprovecharon los restos romanos, tanto para la muralla como para la basílica visigótica.

A partir de la entrada el ascenso se hizo difícil no sólo por la cuesta, también por los socavones de la última borrasca. Ya arriba, lo mismo que en la calzada de la entrada nos desplazamos sobre tarimas de rejillas de metal para no pisar los restos. Mª Isabel nos precisa que se trata de una basílica porque tiene tres naves, y está orientada hacia Roma; tiene varias entradas: la frontal hacia poniente, laterales y presbiterio. Adosado a la basílica está el palacio del obispo de dos plantas, muy espacioso; no olvidemos, dice la guía, el poder de los obispos en la Edad Media. Junto al palacio episcopal hay muchas tumbas funerarias excavadas en la roca, que corresponderían a la nobleza; los de a pie se enterrarían en fosas comunes con alguna cruz. Aquella diócesis visigótica sustituiría a las de Cartagena y Orihuela, que estaban entonces bajo dominio bizantino.

Añade Mª Isabel que en las viviendas de los patricios romanos y de los nobles musulmanes se hacía la vida en los patios interiores; por ello las habitaciones eran reducidas, el lugar del descanso.

Muy agradecidos a Mª Isabel por su buen trabajo y excelente información.


Esperando al Bus nos esperaba Dª María para acceder a las pinturas rupestres, que nos explicó primero sobre un gran panel. El ascenso posterior hasta las pinturas se hizo sobre un sendero excavado en la misma roca, que resultó más corto y seguro al disponer de quitamiedos y maroma al que agarrarse. Allí in situ, sobre la pared de aquel cobertizo rocoso nos volvió a repetir lo que nos había dicho sobre el panel: muchas cabras, dos guerreros, una madre y un hijo, alguna vaca, un perro, un brujo…


En los desplazamientos yo solía adelantarme al grupo para no demorar al mismo, en lo que amablemente colaboraban.

Nos despedimos de María, agradeciéndole mucho su excelente trabajo y su detallada información.

Retomamos la autovía y nos dirigimos a Calasparra, tal como habían programado muy bien Francisco Acosta y Bernardo; allí atravesamos la villa y, saliendo ya de la misma, paramos a comer en un amplio restaurante de celebraciones, que, no me cabe duda, haya sido idea del avezado y experimentado Bernardo.

Disfrutamos de un buen yantar y rapidísimo servicio. Reanduvimos el camino y desviamos por un bello paraje para descender junto al Segura, donde está ubicado el Santuario de Nuestra Señora de la Esperanza, excavado y pegado a la roca; su entorno es todo como trocitos de roca en mosaico, que le dan un aspecto arcaico y original.


De regreso, Bernardo tomó una vía rápida que se dirigía a Caravaca; sin entrar empalma la autovía que desemboca en la A-7. Así se evitó el atasco del entorno de Murcia.

Siendo el rodeo muy largo, llegamos al lugar de salida de la mañana minutos antes de las ocho, que venía bien al horario de Bernardo.

Antes de Mazarrón Francisco Acosta pidió un aplauso para Bernardo, lógico y siempre se hizo. Lo que me sorprendió sobremanera es que pidiera otro para mí y que los compañeros correspondieran.

Llevaba algunos años en los que casi no iba de excursión; era por causas que es difícil explicar, básicamente porque no me sentía seguro de responder, lo que me ocurrió esta vez. La reacción de nuestro amigo y compañero Paco supuso un impulso al que deseo corresponder; por supuesto, contando con él, Bernardo y los demás.





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