Excursión a Minateda (Tolmo y Pinturas Rupestres), por A. Fernández García
Salimos del Puerto de Mazarrón a las
8:00h y a las 8:30 rebasábamos Alhama; las retenciones y lenta circulación desde
varios kms antes de Murcia por la A-7 nos demoró bastante, lo que nos hizo llegar
con retraso a la entrada al Tolmo.
Dª Mª Isabel, nuestra excelente guía
para todo el Tolmo, nos estaba esperando. Más de una decena de altos en el camino
hemos hecho para explicarnos los distintos espacios, casi todos sobre una plataforma
metálica enrejada para que no pisáramos los restos a conservar.
El primer espacio son los restos de
una calzada romana en pendiente bastante acusada y en una curva con rodadas cada
vez más abiertas y más profundas debido al material de roca relativamente blando;
incluso en lo más pronunciado se habían practicado algunas hendiduras entre las
rodadas paralelas para que las bestias de tiro pudieran afincar su cascos o herraduras
y nos resbalaran.
El segundo espacio son las murallas.
Son tres murallas; las tres con acceso por la izquierda: la más exterior es la ibera,
asombrosamente firme, de piedra y cal y mampostería; le sigue la romana, de piedra
de sillería, que parece datada en 209 a.d.Cristo, lo que parece coincidir con la
derrota definitiva en Zama de Aníbal y que los romanos al mando Escipión conquistara
Nova Cartago; inscripciones posteriores corresponden ya a Octavio Augusto, que terminó
de conquistar la Península y su yerno Agripa; la tercera y última corresponde a
los visigodos, que aprovecharon los restos romanos, tanto para la muralla como para
la basílica visigótica.
A partir de la entrada el ascenso
se hizo difícil no sólo por la cuesta, también por los socavones de la última borrasca.
Ya arriba, lo mismo que en la calzada de la entrada nos desplazamos sobre tarimas
de rejillas de metal para no pisar los restos. Mª Isabel nos precisa que se trata
de una basílica porque tiene tres naves, y está orientada hacia Roma; tiene varias
entradas: la frontal hacia poniente, laterales y presbiterio. Adosado a la basílica
está el palacio del obispo de dos plantas, muy espacioso; no olvidemos, dice la
guía, el poder de los obispos en la Edad Media. Junto al palacio episcopal hay muchas
tumbas funerarias excavadas en la roca, que corresponderían a la nobleza; los de
a pie se enterrarían en fosas comunes con alguna cruz. Aquella diócesis visigótica
sustituiría a las de Cartagena y Orihuela, que estaban entonces bajo dominio bizantino.
Añade Mª Isabel que en las viviendas
de los patricios romanos y de los nobles musulmanes se hacía la vida en los patios
interiores; por ello las habitaciones eran reducidas, el lugar del descanso.
Muy agradecidos a Mª Isabel por su buen trabajo y excelente información.
Esperando al Bus nos esperaba Dª María
para acceder a las pinturas rupestres, que nos explicó primero sobre un gran panel.
El ascenso posterior hasta las pinturas se hizo sobre un sendero excavado en la
misma roca, que resultó más corto y seguro al disponer de quitamiedos y maroma al
que agarrarse. Allí in situ, sobre la pared de aquel cobertizo rocoso nos volvió
a repetir lo que nos había dicho sobre el panel: muchas cabras, dos guerreros, una
madre y un hijo, alguna vaca, un perro, un brujo…
En los desplazamientos yo solía adelantarme
al grupo para no demorar al mismo, en lo que amablemente colaboraban.
Nos despedimos de María, agradeciéndole
mucho su excelente trabajo y su detallada información.
Retomamos la autovía y nos dirigimos
a Calasparra, tal como habían programado muy bien Francisco Acosta y Bernardo; allí
atravesamos la villa y, saliendo ya de la misma, paramos a comer en un amplio restaurante
de celebraciones, que, no me cabe duda, haya sido idea del avezado y experimentado
Bernardo.
Disfrutamos de un buen yantar y rapidísimo
servicio. Reanduvimos el camino y desviamos por un bello paraje para descender junto
al Segura, donde está ubicado el Santuario de Nuestra Señora de la Esperanza, excavado
y pegado a la roca; su entorno es todo como trocitos de roca en mosaico, que le
dan un aspecto arcaico y original.
De regreso, Bernardo tomó una vía
rápida que se dirigía a Caravaca; sin entrar empalma la autovía que desemboca en
la A-7. Así se evitó el atasco del entorno de Murcia.
Siendo el rodeo muy largo, llegamos
al lugar de salida de la mañana minutos antes de las ocho, que venía bien al horario
de Bernardo.
Antes de Mazarrón Francisco Acosta
pidió un aplauso para Bernardo, lógico y siempre se hizo. Lo que me sorprendió sobremanera
es que pidiera otro para mí y que los compañeros correspondieran.
Llevaba algunos años en los que casi
no iba de excursión; era por causas que es difícil explicar, básicamente porque
no me sentía seguro de responder, lo que me ocurrió esta vez. La reacción de nuestro
amigo y compañero Paco supuso un impulso al que deseo corresponder; por supuesto,
contando con él, Bernardo y los demás.

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