EL HOMBRE NUEVO DEL FUTURO (VI), por Eladio Chávarri filósofo [1952-2002] en estudio y comentario de Baldomero López Carrera, filósofo.
Hacemos ahora la comparación entre la dignificación de la versión
económica-biopsíquica del HPC y la de la versión ética-sociopolítica.
Comenzamos indicando el contenido que va a tener lo
humano/inhumano en la versión ética-sociopolítica.
Existe una especie de consenso unánime y firme entre los que reflexionan sobre nuestra forma de vida de que a este modelo humano HPC le va a suceder otro de carácter ético-sociopolítico.
Sabemos que la versión económica-biopsíquica de lo humano y de lo inhumano es valorativa, se fundamenta en una teoría de valores y, además, está incardinada en el orden vital fáctico, real, de historia acontecida, existencial.
¿Cómo es la versión ética-sociopolítica? ¿Sigue la línea clásica de ser un modelo humano en el que solo existe lo positivo del hombre, sus valores, y en el que están excluidos los contravalores, la negatividad que nos envuelve?
¿Cómo puede estar uno tan seguro de que será, precisamente, una versión ética-sociopolítica de lo humano y de lo inhumano la que sustituya a nuestra forma de vida? Nadie puede tener semejante saber adivinador.
Pero concedámosle más que una ligera probabilidad y admitamos y demos por hecho que, efectivamente, va a ser la forma de vida ética-sociopolítica la que sustituya a nuestra forma de vida económica-biopsíquica.
Esta nueva dimensión ética-sociopolítica causaría los mismos e importantes desequilibrios y limitaciones en la estimativa humana que han generado las formas de vida religiosa y biopsíquica-económica. Se quebrantaría de nuevo el “axioma protector de la diversidad valorativa”, que prohíbe la sustitución de unos pares valorativos por otros y también el cultivo de los mismos en marcos de experiencia que no sean los específicos y originales de cada par valorativo. Por la propia condición de toda modalización, con la ética-sociopolítica quedarían en la sombra muchos valores y contravalores connaturales y peculiares de las dimensiones modalizadas biopsíquica, económica, cognitiva, estética, lúdica y religiosa. Y, lógicamente, también serían relegadas a la oscuridad muchas vitalidades humanas y sus potencialidades para generar nuevas relaciones valorativas y también sus consecuentes pares valorativos.
Deseo señalar con caracteres
fuertes e indelebles que la modalización,
cualquiera que sea su contenido, origina siempre restricciones valorativas.
(continuará)

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