BALNEARIO
“LOS DELFINES”: AGUAS SALUDABLES, por A.F. García
“Agua
termal, volcánica, minero-medicinal, para tratamiento de eczemas, seborreas,
psoriasis, artrosis, enfermedades reumáticas, postratamientos de quemaduras,
limpieza de la piel, acné, picaduras, dermatitis”.
Yo no puedo asegurar ni desmentir si, como
dice Jacinto, el director del Camping “Los Delfines”, la bolsa de estas aguas
se extiende por toda la bahía. Puedo recordar que en el número 44 de nuestra
revista, con el título “La cueva del agua” hicimos referencia de la
charla-conferencia que impartieron cuatro destacados representantes del Grupo
de Espeleología del Centro Excursionista de Cartagena. En ella se nos expuso
con planos e imágenes la extensa red de galerías de aguas fósiles subterráneas,
que partiendo de la Cueva del Agua, desde la que se hacen las exploraciones, se
extiende al subsuelo de este Camping, por poniente y hasta el Baño de la
Marrana, la Sima Destapada y otras. Según sus datos topográficos en el momento
de la charla, afirmaban estar en el subsuelo del Colegio público de Isla Plana
y haber explorado unos 4.400 m. lineales de galerías con esas aguas, porque
también, según nos informaron, las había secas, ascendiendo por la ladera del
Cabezo del Horno.
No obstante, no es este el objeto del
presente trabajo, intercalado como aclaración. Mi deseo, en estos renglones en
este número y tal vez en algún número sucesivo, es contar mi experiencia y la
de otras personas con las que comparto el baño en estas aguas. Yo, la verdad,
había oído de todo; pero quise probar por mí mismo, convencido de que no perdía
nada por ello. Acaso, tenía que apartar unos euros cada mes para darles un
destino especial, el mejor, el de mi salud.
En la primavera de 2017 me surgió, de
repente, un problema en la rodilla derecha. Me parecía muy serio; surgían
pinchazos, que parecían desarticular la rodilla, y tenía dificultades para
vestirme y calzarme.
Recibí sesiones de fisioterapia, no menos de
treinta, me bañé mucho, mañana y tarde, caminando en el agua, superando los 150
baños. Cuando el agua empezó a estar fría, quise probar las aguas de este Camping.
Me bastaron tres intensas sesiones para convencerme.
Empecé a hacer uso del bono para ahorrarme un
euro en cada baño. Durante los tres o cuatro primeros meses iba dos o tres
veces por semana. Diariamente me suponía mucho esfuerzo físico y económico. Con
ello llegué a la primavera avanzada en que empezaba también el baño en el mar.
Desaconsejo que a alguien se le ocurra meterse en el mar después del baño
termal, al menos el mismo día, si no quiere sufrir serios trastornos, y tal vez
contrarrestar sus beneficios. Seguí haciéndolo, y así me lo decía la monitora,
al menos una vez por semana. A día de hoy, la movilidad de mis articulaciones,
pues también tengo tocadas las caderas desde hace 19 años, se acerca a lo
normal, por supuesto, dentro de unos límites. Cualquier abuso, sobre todo en
desniveles de suelo, se me resiente. Para que se hagan una idea, empecé
haciendo cuatro largos en la piscina termal y ahora llego a los cuarenta. En el
mar, por supuesto, en las aguas templadas del periodo estival, no me quedo
atrás. Constancia y programación.
En los próximos números les contaré algunas
otras experiencias, también de otros efectos saludables.
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