"HAY ALGO MÁGICO EN ESA MONTAÑA" -relato-, por Mercedes Aróstegui
Rodeada de mar y
cielo se alza una pequeña
montaña que en su cima se dibuja una cara sonriente; yo
la llamo “la
montaña que sonríe” desde la primera
vez que la vi. Es parte del paisaje de este espléndido lugar que conocí hace muchos años.
En este mar,
cuando era una niña, mi padre me enseñó a bucear. Recuerdo que él me contaba lo que veía
en sus fondos, y cuando llegó el día que me sumergí para admirar todo aquello, salí despavorida del
agua agarrándome a su cuello por la impresión de ver, a unos
cuantos metros, unas algas que mecidas por el agua semejaban el movimiento de
serpientes en posición vertical. Luego aprendí lo que
significaba la posidonia para esas aguas, y aprendí también que no era un alga,
era una planta endémica del Mediterráneo imprescindible
por aportar oxígeno y servir de refugio a muchas especies animales.
Después de aquel suceso, cuánto he disfrutado sumergiéndome en esas aguas que me han dado tanta vida.
Bucear y alzar
la vista sobre el agua encontrando “la
montaña que sonríe” es parte de la visión que tengo de esta bahía que me ha visto crecer.
Yo quisiera
permanecer siempre con esa expresión de agrado, pero solo
lo consigue la montaña, que guarda algo tan mágico
como un gesto de alegría en su pequeña cima, cerrando sus ojos y soltando a la vez su
carcajada.
El mejor recuerdo
de una persona puede que sea su sonrisa, por eso quiero aprender de este pequeño montículo mientras sepa admirarlo, y también pudiera ser el lugar idóneo donde se esparza mi
último guiño a la vida. De esta manera me
encontraré siempre mirando al mar
y divisaré el sol de izquierda a
derecha, desde su amanecer hasta su ocaso, al igual que el recorrido de la
luna.
Y tú, hija mía, cuando la mires ahuyentarás la tristeza por los
que se fueron, y tratarás de imitar a la “montaña que sonríe” como la mejor actitud
ante la vida.
(Relato incluido
en el libro «La gata del tejado» de Mercedes Aróstegui Fernández
de Píñar, de venta en Pepelino).
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