domingo, 3 de abril de 2022

ECO.65 Ante la Eutanasia que viene (y VIII): ¡Ya está aquí!

ANTE LA EUTANASIA QUE VIENE (y VIII): ¡YA ESTÁ AQUÍ!, por Paco Acosta

He estado dudando hasta el último momento si continuar esta serie de artículos sobre la “Eutanasia que viene” con otras opiniones, favorables o discordantes, -para mí todas ellas respetables-. E incluso tenía pensado terminar presentando íntegramente la ley española aprobada en marzo de 2021 (son unas 15 páginas) o transcribir algunos párrafos de la misma incluso seguidos de un comentario propio.

Al final he decidido que ya he publicado suficientes argumentos, a favor o en contra, para que cada uno se pueda hacer una idea de lo que representa, para sí mismo, para sus familiares o incluso para cualquier persona que se sienta involucrada.

Entonces ¿con que voy a cerrar la serie? Pues con algunos comentarios o razonamientos que, sin ser plenamente “de mi cosecha”, reflejan lo que en estos momentos me viene a la cabeza.

 

Comentarios habituales

No me gustaría molestar a los míos”. Ni ahora ni llegado el momento. Mucho mejor si llego a esos momentos “en condiciones”. Mejor si en el tránsito final no hay sufrimiento. Pero de ahí a comprometerme y pedir que llegado el caso me eutanasien -y hacerlo ahora que soy plenamente consciente (al menos eso creo) de lo que hago- hay un gran paso…

El sufrimiento es difícilmente soportable”. Opino que, para todos los enfermos, antes de llegar a ciertos niveles de sufrimiento se deberían agotar todos los recursos médicos en cuanto a cuidados paliativos. No recuerdo dónde he leído –y no lo he encontrado ahora que lo necesito- un estudio cuya conclusión era algo así como “si no se garantiza que el paciente que pasa por esa situación no tenga dolor, inevitablemente pueden surgir peticiones de eutanasia”. Es más según una encuesta a médicos que trabajan desde hace 25 años en Cuidados Paliativos y que en conjunto han atendido a 57.000 enfermos, “solo el 0,5% de los pacientes atendidos cada año les han pedido la eutanasia”.

En el estado que se encuentra, mejor que se muera pronto”. Se trata de un comentario “compasivo”, normalmente realizado por amigos -o familiares- cuando ven al enfermo que no interactúa con sus próximos tal como esperaban. Una variante de lo mismo es “Dios hará una merced llevándoselo”. Ambos comentarios requerirían una importante discusión sobre la vida, el porqué estamos aquí, la trascendencia, la utilidad social, el papel de la familia en el acompañamiento al enfermo... Que cada uno medite sobre este asunto.

Para qué mantener con vida a un enfermo terminal”. No he querido acompañarlo de un frío criterio economicista. Efectivamente las unidades del dolor y las atenciones de los cuidados paliativos cuestan dinero, por no decir que son caros…, sobre todo si al final el resultado va a ser la muerte del paciente. Pero sin necesidad de mencionar aquellos “casos casi milagrosos” en los que un paciente en coma “vuelve a la consciencia” de forma no muy comprensible para los médicos, hay que considerar que el criterio médico, junto con el de los familiares, deberían constituir la pauta a seguir. Por supuesto tampoco veo razonable el mal llamado “encarnizamiento terapéutico” –que suena a ensañamiento- o prolongación inapropiada del proceso de morir.

En las sociedades avanzadas la eutanasia está muy implantada”. No es totalmente cierto. Efectivamente hay algunos países en los que es plenamente legal. Se suele poner el ejemplo de Holanda, que creo fue uno de los primeros en legalizarla, hace ya bastantes años. Pues bien allí continúa existiendo un cierto rechazo social. Prueba de ello es la proliferación de residencias de ancianos en Bélgica, en zonas muy próximas a la frontera con Holanda, donde se “refugian” multitud de ancianos, argumentando que “allí no les eutanasian”.

Como la eutanasia ya es legal en España, los médicos de la Seguridad Social están obligados a aplicarla”. Tampoco es cierto. Existe la objeción de conciencia y existe el propio convencimiento de la profesión. La Asociación Médica Mundial (AMM), que representa a las organizaciones médicas colegiales de todo el mundo, afirmaba en una asamblea general: «La AMM se opone firmemente a la eutanasia y al suicidio con ayuda médica. Para fines de esta declaración, la eutanasia se define como el médico que administra deliberadamente una substancia letal o que realiza una intervención para causar la muerte de un paciente con capacidad de decisión por petición voluntaria de este. El suicidio con ayuda médica se refiere a los casos en que, por petición voluntaria de un paciente con capacidad de decisión, el médico permite deliberadamente que un paciente ponga fin a su vida al prescribir o proporcionar substancias médicas cuya finalidad es causar la muerte. Ningún médico debe ser obligado a participar en eutanasia o suicidio con ayuda médica, ni tampoco debe ser obligado a derivar un paciente con este objetivo».

 

En el fondo la discusión sobre la Eutanasia -y también el suicidio asistido- nos lleva a

·         Plantearnos una determinada concepción del ser humano y sus implicaciones familiares y sociales.

·        Ponernos frente a un concepto de libertad, concebido como voluntad absoluta, desvinculada de la verdad sobre el bien.

·        Cuestionarnos las razones para encontrar un sentido al sufrimiento y el modo de encajarlo en el recorrido vital de las personas.


Y con esto doy por terminada esta serie de artículos. Espero haber sabido trasmitiros suficientes argumentos a favor o en contra, para que cada cual los asimile y ajuste a sus convicciones. 




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