Propuesta de un Humanismo Axiológico (XII), por Eladio Chávarri, filósofo [1952-2002] en estudio y comentario de Baldomero López Carrera, filósofo.
Una variación valorativa ética o moral es la de la regulación.
Lo más característico de esta
moralidad puede concretarse en lo siguiente: las actuaciones libres que hacen a
los hombres ser buenos o malos se consiguen a base de someterse a “reguladores específicamente morales”.
Estos reguladores se presentan en las formas más variadas. Unos, como
principios de regulación muy generales e impersonales, al estilo del “hay que
hacer el bien y evitar el mal”, “hay que obedecer al deber por el deber”;
otros, más determinados, como “el ojo por ojo y diente por diente”; otros, más
personalizados, como el “no hagas a otro lo que no quieras para ti”. Los
reguladores pueden concretarse también en pequeños “códigos de preceptos muy
fundamentales”, al estilo de los diez mandamientos, o en complejos conjuntos de
prescripciones, prohibiciones, recomendaciones y permisiones de tipo
casuístico.
La segunda variación de lo valioso y de lo disvalioso del hombre bueno y malo lo constituyen la virtud y el vicio.
Virtudes y vicios han sido
considerados en todas las épocas y sociedades como grandes valores y
contravalores morales, hacedores y forjadores en consecuencia de hombres buenos
y malos. Lo moral y lo inmoral de los pueblos se ha limitado no pocas veces a
conjuntos más o menos extensos de virtudes y de vicios.
Las virtudes y los vicios no son
privativos de la dimensión moral, sino que se dan en todas las demás
dimensiones valorativas: un virtuoso pianista, un prudente médico, la justa
medida de una escultura para una hornacina, etc.
La tercera variación de la forma de manifestarse lo valioso y lo disvalioso de la buena o de la mala persona es la felicidad.
Este es el objetivo fundamental
que los autores han venido asignando ya desde antiguo (Retórica de Aristóteles)
a la dimensión valorativa ética o moral. Siendo coherentes con la línea seguida
en esta charla de ver la vida como una pluralidad diferenciada en ocho
dimensiones valorativas, hay que decir que, aunque el ámbito de los bienes y de
los males éticos produce satisfacciones e insatisfacciones profundas a los
humanos, no son menos profundas las satisfacciones e insatisfacciones que se
originan en las otras dimensiones valorativas, como en el comer o en el dormir,
en el trabajar o en el estar en paro de larga duración, en el ser amado o en el
ser odiado, etc. Por eso, la felicidad y la infelicidad es un par valorativo
transversal, que está presente en todas las dimensiones valorativas.
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