miércoles, 5 de julio de 2017

ECO 36. Función de teatro en Lorca: "La velocidad del otoño"

FUNCIÓN DE TEATRO EN LORCA, por Paco Acosta

Por estos parajes del Bello Rincón (expresión que defiende nuestro presidente Antonio Fernández) y sus proximidades, no tenemos demasiadas ocasiones de asistir a funciones de teatro profesional.

Así que cuando hace un par de meses en el Club de Lectura del Puerto de Mazarrón, Marian nos indicó la posibilidad de asistir a una representación que a mediados de Mayo iba a celebrarse en Lorca, creo que todos nos apuntamos con celeridad. Y eso que lo único que sabíamos era que en la obra iba a actuar Lola Herrera, la gran actriz que, entre otras soberbias intervenciones, hace bastantes años triunfó, en una representación memorable (y ampliamente recordada), con su actuación en solitario en la obra “5 horas con Mario”, de Miguel Delibes.

El jueves 18 de Mayo, en un autobús completo fletado por el ayuntamiento, cincuenta y tantos entusiastas aficionados al teatro, partimos de Mazarrón con destino a Lorca, dispuestos a disfrutar de una buena función.

La obra “La velocidad del otoño”, de Eric Coble; con únicamente dos intérpretes: Lola Herrera y Juanjo Artero (lamentablemente los presupuestos no dan lugar a obras con mayor elenco de actores…); el local: “Teatro Guerra”, coqueto, con una cúpula central pintada al fresco con motivos teatrales (es decir imágenes de autores clásicos españoles –Calderón, Lope de Vega, Cervantes, Quevedo,..- y su obras, flaqueados por las musas del teatro –Talía, Perséfone, etc.-), reducido en sus dimensiones y capacidad, lleno a rebosar, con incluso sillas adicionales en los espacios de mayor amplitud.



A la entrada no recibimos folleto alguno… ¡Ay, esos malditos recortes!. Al menos yo lo eché de menos, ávido de saber algo más de esa obra que no conocía, y su autor.

La subida del telón nos muestra un escenario sobrio, sencillo, de fácil montaje (obligado en estas funciones itinerantes, que al igual de las de los cómicos de antaño, se representan hoy aquí y mañana a un montón de kilómetros más allá). Un sofá casi al centro del escenario, un panel al fondo representando una cristalera que deja entrever un árbol, y a la derecha otro panel con elementos de atrezzo –marcos de cuadros, zapatos de mujer, algún vestido colgado,..-, que da a entender nos encontramos en el interior de una casa. La obra, de un único acto, transcurre enteramente ahí, diría que en su mayor parte en el sofá, sin que éste sea importante en la trama.

El argumento: la pretensión de unos hijos para que su madre, bien entrado el otoño de su vida, y las dificultades que ello comporta, deje de vivir en soledad, abandone su casa y su entorno de recuerdos, para ir a una residencia…, las relaciones entre la madre y los hijos próximos –los que no intervienen directamente en la obra-, y el tirante encuentro entre la madre y el hijo menor –largamente ausente y desentendido del problema…-. Y hasta aquí puedo contar...

La obra la soporta con su maestría habitual Lola Herrera, que en todo momento llena el escenario, en sus momentos de fino humor y trasfondo dramático, con su saber estar y trasmitir, con su dicción clara y su expresión artística. La réplica de Juanjo Artero, aceptable. En algunos momentos convincente en su papel. Forzado en otros, aunque siempre se podrá decir que así lo exigía el guión.

El público, en su mayor parte mayor, por no decir eso tan manido de la tercera edad, respetuoso (excepto algún móvil que sonó varias veces), entregado aplaudió con convicción hasta hacer saludar a los actores en varias ocasiones.


En resumen una buena tarde-noche de Teatro.

Teatro Guerra (Lorca)
Pinturas del techo

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