lunes, 3 de julio de 2017

ECO 35. LOS CAUTIVOS EN CARTAGENA (II)

LOS CAUTIVOS EN CARTAGENA (II), por Cándido Román Cervantes
(Continuación del número anterior)          (pasar a la parte I) 

Los regidores solicitan a buques de la armada que están varados en la bocana del puerto que vigilen para que ninguna persona del buque redentor pueda abandonar el barco. También se le asigna un barco de vigilancia toda la noche con guardas para que nadie abandone el buque.

La comisión del ayuntamiento estaba compuesta por Señores Justicias, Caballeros Comisarios de la Salud, acompañados por el Señor Escribano. El ayuntamiento solicita instrucciones a Madrid para saber cómo se debe proceder.

El 3 de diciembre de 1679 se reúne el ayuntamiento para escuchar los informes de la comisión que se desplazó al puerto. Disponen que a la espera de las órdenes de Su Majestad, “conviene tener el dicho navío con la guarda y custodia para impedirle la comunicación y comercio tanto por mar como por tierra. Se nombra comisión para entrevistarse con los Trinitarios para recabar información de cuántas personas y demás detalles del navío”.

Los caballeros de la diputación de la Salud se desplazan al barco con el escribano, se entrevistan con los reverendos padres Fray Antonio de Olives, Fray Diego Gómez de la Posada y Fray Gerónimo de Marquina, y también con el capitán Gerónimo Regalli. Declaran que viajan algunos enfermos según certificaciones de escribanos de Argel. Los padres trinitarios manifiestan que viajan con ellos 160 redimidos, un criado y un escribano de la redención. El capitán declara que el buque estaba compuesto con un total de 52 marineros y que no hay más personas que las que ha declarado: un total de 218 personas.

Tanto el capitán como los religiosos testifican y aseguran que Argel está libre de cualquier enfermedad. Como testimonio llevan patente de sanidad que exhiben ante los caballeros de la salud.

En el mismo día, después de esto, el alcalde y los corregidores dan orden a la guardia para que permitan a los padres trinitarios y algunos de los redimidos bajar a tierra, bajo vigilancia, desde las 8 de la mañana hasta la puesta de sol “…por ser justo el aliviarles en lo que se pudiere sin perjuicio de la precaución de la salud…”.


Al día siguiente, el 4 de diciembre de 1679, se recibe carta de súplica, por parte de los Padres Trinitarios, argumentando que se encuentran en una situación calamitosa, con riesgo de contraer enfermedades a pesar de haber mostrado patente de sanidad de que en Argel no había infección alguna. Argumentan que dentro del navío hay reos condenados a muerte, muy violentos, y se están provocando fuertes disturbios entre las personas rescatadas, “… habiendo motines entre los rescatados ocasionando tomar armas unos contra otros por los disturbios que cada día y cada noche se levantan…”. Los Padres se quejan de que todo esto puede hacer fracasar la operación de redención por poder ir a males mayores. Algunos están dispuestos a escapar aunque puedan encontrar la muerte en el intento.

(continuará)       

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