EL MUNDO QUE YA ESTÁ AQUÍ, por José Luis Mozo
Hace un par de semanas oía en un prestigioso programa de
radio que a finales del presente siglo China será la primera potencia económica
mundial. Lamento discrepar de voces tan ilustres pero creo que han errado en el
tiempo necesario. Como poco, lo han multiplicado por dos. Una noticia reciente
aunque escasamente difundida apunta que China ha puesto ya en funcionamiento en
Shidaowan sus últimos modelos de generadores nucleares modulares de muy alta
seguridad, al estilo de los submarinos, lo que sería un serio aldabonazo
económico en el mundo de la energía.
El verdadero objetivo del idílico 2030, el lobo mejor
disfrazado de cordero de la historia, es esclavizarnos. Las necesidades
imprescindibles del hombre actual son tres: alimentación, vivienda y energía.
Hazte dueño de las tres, sazónalas con el amenazador miedo y la inteligencia
artificial, y tendrás a tus pies miles de millones de esclavos.
Las tres ocupan lugares de honor en la agenda 2030, junto al
agua y una orquesta de clarines que tocan música celestial: limpiar el clima, sostenibilidad
(¿?), resiliencia (¿?), salud, bienestar, inclusión, igualdad entre géneros y
empoderamiento de las mujeres… Aclárenme esto. ¿Se trata de igualdad para todos
o empoderar a una parte? ¿Y qué parte? ¿Esa minoría que ya está empoderada o
atender a los miles de millones de
mujeres que, en nombre de religiones o tradiciones, se consideran aún animales
de carga, carne de compraventa o pertenencia de algún varón? Si se trata de lo
segundo, ya se pueden espabilar para el 2030. Y como lo de la pobreza, el
hambre (¡cómo ha bajado la compra!), la vivienda (baratísima) van como van…
Ardua es la tarea.
En 2016 la señora Ida Auken formuló por primera vez el
objetivo 2030 “No tendréis nada, pero seréis felices”. No sé si lo dijo
en un ataque de fiebres de descaro o de ingenuidad. Tal vez había ingerido
alguna ideología en mal estado. El caso es que los caraduras vieron la oportunidad
y se apuntaron a la fiesta. Tan cierto será ese no tener, que se cambiará el
dinero por plástico, teléfono o el invento que venga. Con ello los amantes de
las modas (¡enhorabuena!) podrán ir a todas partes. Craso error. El dinero, en
definitiva un título de propiedad solvente, seguirá existiendo, aunque estará
en los cofres de los caraduras, que se aliarán en una gran mafia, y tu teléfono,
tu plástico o tu “lo que sea” sólo te permitirá llegar hasta donde ellos
quieran. Pero adornado con un prólogo que pone, como previo, eliminar la
pobreza y el hambre, y más adelante también las guerras, ¿quién podía oponerse
al 2030 sin quedar fatal en la foto? Más de 140 naciones le dieron su
bendición. En definitiva, la relación entre amos y esclavos con una nueva
fórmula innovadora que a mí me parece muy antigua.
Creo que de tanto comer ideología la señora Auken no tuvo
tiempo de estudiar historia. La economía centralizada ha sido en toda parte un
fracaso cósmico. Cuando China contaba mil millones de población, a la que el
gran mandarín Mao Tse Tung estaba matando de hambre, Dios debió apiadarse y
dejó que se abriera paso hasta la cumbre el político más talentoso del siglo
XX, Deng Xiaoping. Con el parkinson forzando su jubilación, el largos años su
cantado sucesor, Hu Yaobang, muere y cierto vacío de poder facilita Tian’anmen,
un seísmo que puso en riesgo su reciente reforma revolucionaria y que él
calificó de “incidente”, consiguiendo que terminara en un damnatio memoriae,
o sea, en el olvido. Y su reforma siguió creciendo y llevando a China al cenit,
apoyada en los pilares en los que la había cimentado: legalizar la propiedad
privada y alargar la edad de jubilación. Cinco meses más tarde caía el muro de
Berlín y reventaba el comunismo soviético.
Con tanto talento en Xiaoping no quedó mucho para lo que
venía. Nuestros progres de hoy ponen los pilares justo al revés: “No tendrás
nada tuyo y pegarás poco golpe. Ya te daremos algún subsidio para tu teléfono.”
Parece que está creciendo el número de políticos que consideran al pueblo
idiota, y se equivocan. El pueblo no es idiota, pero es vulnerable cuando no
tiene ni información ni instrucción, lo que le hace manipulable. En occidente
también se investiga en la generación nuclear a pequeña escala. California,
Inglaterra o Francia llevan años de intenso trabajo en ello. La diferencia es
que China lo hace en programas abiertamente del gobierno y Francia casi en la
clandestinidad, a escondidas, después de haber demonizado las nucleares por
espurios motivos políticos. El miedo y la ignorancia hacen más visibles a los
pregoneros de unas renovables que parece que consisten en demoler embalses y
montar gigantescos aerogeneradores de gran potencia donde las condiciones de
viento no permiten que produzcan más del 10% de aquélla. Y la demonización es
una consecuencia lógica de Chernóbil y Fukushima. Otra mentira. Es claramente
anterior, yo creo que se inició tras la guerra de 1973, en la que los
productores del petróleo advirtieron el gran poder que se encontraba en sus
manos y se fueron haciendo un trust compacto en el negocio. De ahí la obvia utilidad
de eliminar la competencia, de producción más diversificada y accesible, que es
el combustible nuclear. China, pese a recibir del trust un trato preferencial,
mantiene una activa política de investigación en generación nuclear para alcanzar
la total autonomía que garantice su desarrollo, hoy ya líder industrial del
mundo. Europa empezó a temblar en 1974 y temblando sigue.
¿Han oído hablar de Crescent Dunes (Nevada, USA)? Un enorme
huerto solar, en el que, según cuentan, su eficiencia ha resultado ser la
cuarta parte de la que otros están consiguiendo. Frustrado e indignado, el
inversor norteamericano ha echado culpas sobre la constructora que dicen es
española. No soy quien para juzgar y no juzgo. Ni siquiera digo nombres. Pero
reflexiono: ¿montar centrales solares en el desierto de Nevada? ¡Bah!, monta en
España, donde tienes 6 planes de subsidios para elegir y más de 1.300 millones
de euros donde mojar la pringada, ¿qué rendimientos, eficiencias ni qué narices?
Como dijo nuestro célebre pensador: “Para inventar, ya están ellos”.
Ya saben, amigos. Aprendan e instruyan. Si no, esos supuestos
propietarios de la ciencia, el saber y la memoria, seguirán amedrentándonos y
explotándonos igual.
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