La Amnistía, por A. Fernández García
(ATENAS año 403 a.C.)
“La polis griega fue escenario de la reconciliación colectiva más importante de la antigüedad, pero no eximió a los responsables directos de los desmanes”.
“La amnistía de 403 llegó tras un año de conflicto civil en Atenas. Tras la calamitosa guerra del Peloponeso, que había durado treinta años, y había dejado exánime la ciudad, evidenciando los fallos de su sistema democrático. Las tensiones entre oligarcas y demócratas afloraron entonces de la peor manera —matanzas, confiscaciones, exilios— hasta la restauración de la democracia, gracias a la resistencia encabezada por Trasíbulo. Este derrotó a los oligarcas en la batalla de Muniquia —donde muere Critias, líder de los Treinta y tío de Platón— y consiguió acordar con los espartanos el retorno de la democracia. Se envía entonces a los oligarcas recalcitrantes al exilio en Eleusis y, en la ciudad, se aboga por una amnistía pionera en la historia de Occidente.
Pero, ¿qué se perdonaba exactamente? Se trataba de reconciliar a los ciudadanos tratando de «no recordar el mal» (me mnesikakein), es decir, los delitos generales cometidos durante los días de ruido y furia de la Tiranía, que había animado a parte de la población a cargar contra la otra, con todo el sistema constitucional trastocado. Se llegó a «ese mutuo reconocimiento del mal causado entre dos partes, ofensora y ofendida, con una reconciliación sin contraprestaciones».
Para entender cómo se ejecutó
realmente hay testimonios de excepción. Es decir, que el perdón general tuvo
claras excepciones, procesos contra los cabecillas.”
En España en octubre de 1977 el Gobierno promulgó una ley de Amnistía que afectó a todos los presos con delitos y faltas cometidos con anterioridad a la promulgación de la ley. Aquella Ley de Amnistía fue aprobada en las Cortes con el voto favorable de todos los diputados, excepto los de Alianza Popular y Euskadiko Ezkerra.
Durante la presidencia de Felipe González hubo dos amnistías, la de 1984 y la de 1991.
En 2012 Mariano Rajoy concedió una amnistía fiscal.
“Por su parte, el expresidente
del Partido Popular, José María Aznar, llegó a conceder 5.948 indultos –cuatro
más que Felipe González– entre los años 1996 y 2004, llegando a ser el
dirigente que más indultos firmó en sus años de mandato, con más de 700 al año.
Además, el Ejecutivo de Aznar también ha sido el que más indultos ha dado a
condenados por corrupción, llegando a los 139, doblando los de las legislaturas
de José Luis Rodríguez Zapatero”.
La amnistía no está contemplada en la Constitución. Por ello, es muy aventurado juzgar si es constitucional o no lo es. Esa función corresponde al Tribunal Constitucional una vez que el poder legislativo le ha dado de paso. No dejo de sentir preocupación que los líderes políticos hagan de jueces y más aún que los jueces hagan política, lo que es impropio de la dignidad de su cargo, que debe de estar por encima de su ideología personal.
Amnistía es un olvido, yo diría un borrado y como cristiano un perdón. El Gobierno del Estado olvida y perdona su sedición. Ustedes, los procesados, olvidan y perdonan los abusos y la presión de aquél. Aquel debe comprometerse a no repetir ningún exceso; ustedes deben comprometerse a no repetir las acciones de sedición, aunque sigan deseando la independencia y lo digan público, tal como cabe en la libertad de expresión. Eso mismo o similar es lo que tienen que hacer ustedes con los que se sienten igualmente catalanes y españoles, con los que no siempre han ejercido la debida tolerancia.
Aparte de esto, la aplicación de la supuesta amnistía no puede llegar de igual manera a quienes afrontaron un juicio y un tiempo de prisión que los han huido de ello. Es comparativamente muy injusto. Algo debe haber por el medio, que al no ser jurista no me aventuro a decir.
No son pocos los que, airados e
indignados, políticos, jueces, particulares… que repiten día a día conceder
amnistía a los implicados en el procés. Admitiendo que pueda ser injusto comparativamente, porque
es incomparablemente más grave, me gustaría que esta actitud la mantuvieran,
semana tras semana, con las condenas de los autores de violencia sobre las
mujeres, que a los pocos años se les concede la libertad, sin prever que no pocos de ellos son reincidentes. Considero con
dolor que esto en la actualidad es la mayor desgracia en nuestro país,
incomparablemente más grave que lo anterior.
Por eso, ruego que no hagamos tanto ruido por algunas cosas y nos rasguemos las vestiduras y mostremos tan poca sensibilidad por otras. Se trata de la vida de las personas. ¿No es eso lo más importante?
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