(Continuación) (ir a la Parte I)
Organizados
y decididos, se atrevieron a asaltar el Palacio de Invierno del Zar, donde se
había establecido la Duma
-hoy en día todo esto es el fastuoso Museo del Hermitage- y lograron hacerse
con el poder en Octubre del antiguo calendario, 7 de noviembre de 1917 del
calendario mundial actual.
A
partir de una serie de decretos redactados por Lenin: gestionar la paz
con Alemania, nacionalizar las empresas, repartir las propiedades agrarias, etc.
iniciaron el llamado socialismo o comunismo; pero a la vez comenzaron las
grandes dificultades: como es natural, a los nobles no les gustó que les
quitaran sus haciendas y sus palacios, a los empresarios tampoco les gustó que
les nacionalizaran las fábricas, y tramaron e invirtieron parte de su riqueza
en organizar cuadrillas armadas, el ejército
blanco, para impedirlo, surgiendo una guerra civil interna.
Mientras
los trabajadores de todo el mundo observaban con esperanza los sucesos, los
burgueses de muchos países se asustaron y enviaron ejércitos contra Rusia,
invadiéndola por todas partes. Se trataba de poner todas las dificultades
posibles a ese nuevo tipo de sociedad que estaba contra los aristócratas y los
banqueros.
Aquí
fue Trotski
el que destacó organizando en principio una milicia roja, que creció y se enfrentó tanto a los rebeldes
internos como a los invasores extranjeros. Además, había una gran dificultad en
un país tan grande y pobre: el atraso, el analfabetismo y la falta de cultura
de la población sometida a ideas religiosas ancestrales.
A
estas dificultades se sumó la enfermedad de Lenin que murió en 1924 y
las discrepancias entre Trotski y Stalin, que llevaron al
primero a exiliarse a Ciudad de México, donde fue asesinado por un español
mandado por Stalin. Este estableció una dictadura a la que pronto se sumó
el nuevo ataque alemán, esta vez el ejército nazi de Hitler, que arremetió con
todo su poder contra la U.R .S.S.
en la 2ª Guerra Mundial. No obstante, Rusia, destruida y desangrada, detuvo la
invasión y contraatacó liberando uno a uno todos los países de Europa hasta el
centro de Berlín, donde Hitler, al parecer, se suicidó.
Con
todo, la Revolución
Rusa había dado un impulso enorme al marxismo en todo el
mundo. Apoyó a otras muchas revoluciones, como ocurrió en España con la 2ª
República y la Guerra
Civil , que mejor llamaríamos 'guerra revolucionaria' contra
el fascismo local.
A
la larga, este influjo fue disminuyendo, ante la enorme propaganda desplegada
en contra, a lo que colaboró la propia dureza del régimen de Stalin
y el poder de la nueva clase social, inédita hasta entonces en el mundo,
constituida por la “burocracia o nomenclatura”, la corte de jefes políticos y
militares que disfrutaban de enormes privilegios para sí y para sus familias,
que vivían en la opulencia -aunque no pudieran heredar ni dejar herencia-
mientras la mayoría de los ciudadanos sobrevivía con lo justo. Tampoco
colaboraron para ser ejemplo otras revoluciones como la China , dirigida por Mao
Tse Tung, y otras menores, como la ridícula de Corea del Norte. Aunque
alguna triunfó, como la cubana, o en Viet-Nam, donde los rojos consiguieron
doblegar a los EEUU militarmente, si bien todas o casi todas, han cedido ya al
poder del capitalismo neoliberal global.
Más
tarde, la U.R .S.S.
cayó en la trampa de invadir Afganistán en 1978, con lo que rompió el principio
sagrado de no injerencia ni intervención en los asuntos de otro país, lo que
causó pésimo efecto entre sus propios ciudadanos y ejército. Además, la
intervención se gestionó fatalmente, con lo que cada soldado devuelto en una
caja de zinc se convirtió en una manifestación de desaprobación.
Mientras,
a EEUU, país especializado en intervenir en todas partes, según le convenga,
porque su principal negocio es la guerra y el segundo el botín, le vino
estupendamente para presionar la caída del régimen soviético. Tras la implosión
de la URSS en
1991, un tanque de pensamiento de EEUU, imperio triunfante, llamado Francis
Fukuyama, publicó un libro llamado “El fin de la Historia ”
en el que argumentaba que, tras la caída de la Unión Soviética ,
el capitalismo había triunfado en el mundo para siempre, y los EEUU
gestionarían la paz y la democracia capitalista en el mundo hasta su fin. Como la PAX en el imperio romano, de
varios siglos de duración, que inició Augusto, continuamos con la PAX USA , que será eterna,
durante la era del actual Emperador Donald Trump.
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