Es
un término muy en boga en el campo económico y muy aplicable, aunque no se
mencione tanto en el mundo de la cultura. En ambos casos responde a un hecho
indiscutible.
Ya
en 1929 la zozobra bursátil de la bolsa de Nueva York arrastró varios años de
crisis en la economía mundial.
Con
el mismo origen, a finales de 2007 surgió otra no menos grave, cuyos coletazos
aún estamos sufriendo. No nos engañemos: la riqueza del mundo se está
concentrando en menos manos, la pobreza y el hambre van en aumento, la
desigualdad abre su abanico.
En
nuestro país el Gobierno no está legitimado éticamente para celebrar nada: el
poder adquisitivo de asalariados y pensionistas es inferior a cuando ellos
asumieron el poder a finales de 2011; las mejoras sociales duramente
conseguidas han retrocedido más de treinta años.
El mundo avanza
vertiginosamente, casi desbocado, y no sabemos en qué dirección. El horizonte
no aparece claro, ni prometedor. Los gobernantes de algunos países, de gran
peso económico no piensan en el bien global, sólo en el de su país y en este ni
siquiera en el bien de todos, sino de la clase social que les ha llevado al
poder.
Algunos
países, llamados emergentes, han alcanzado un alto nivel de desarrollo; ¿ha
traído bienestar al colectivo total o mayoritario de sus habitantes?
La
tecnología informática hace que las noticias lleguen en cuestión de segundos a
todos lugares del planeta, que eso mismo ocurra con la música, la canción, el
baile, el film… que ha enganchado al público y se ha puesto de moda. Queda para
una minoría, de la que no excluimos a los jóvenes, el gusto y el interés por
las cosas de otra época.
A
priori eso tendría que ser positivo; tendría que acercar a las personas de
diferentes culturas y etnias, favorecer la compresión, el intercambio humano,
la solidaridad, la tolerancia… pero ¿está sucediendo así?
Más
bien parece que la desigualdad y la falta de solidaridad se da más entre los
países y entre las personas del mismo país, incluso en el viejo continente donde
los derechos sociales parecían más consolidados. No faltan iniciativas de
personas y grupos de personas que hagan esfuerzos desinteresados, heroicos a
veces, a favor de los demás, pero su alcance social tiene un límite mientras no
se impliquen los poderes públicos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Se ruega NO COMENTAR COMO "ANÓNIMO"