Disfruté
un montón viendo el entusiasmo de todos estos peques, que en el mes de julio
veranean mayormente con los abuelos, siempre deseosos de ver a los nietos con
una sonrisa de felicidad en sus caras; y éste es el motivo para que las fiestas
tengan ese punto infantil y, por supuesto, que se prolonguen en el tiempo y
sean cada vez mejores.
Ansiosos
por coger su folio y echar mano al lápiz con más punta hacían cola para dar sus
nombres; que los apunten, que quieren participar en el concurso de dibujo.
Una
vez colocados y bien pertrechados de colores, gomas y rotuladores, explicamos
el tema a tratar: la playa... ¿Difícil? No, nadie se quejó y aunque no había
límite de tiempo, se lanzaron como alma que lleva el diablo a trazar líneas y a
coger lápices, pues la previsión de participación llegó justita.
Como
buenos escolares, compartieron el material y plasmaron en el folio aquello que
sentían por la playa; algunos, preocupación por incendios que pudieran arrasar
la naturaleza que nos rodea y unos bomberos desde un gran pez volador soltaban
agua a raudales sobre estos montes tan secos.
La
familia fue motivo de muchos dibujos y siempre, a modo de identificación, la
torre Santa Elena al fondo. El paseo con los postes y la soga que los une fue
muy recurrido. Hubo quien con viñetas contó una historia de playa y quien
agradecía la paz que aquí se respiraba, quizá en su lugar de procedencia no la
hubiera. Los niños lo absorben todo; pero nunca podemos olvidar eso, que son
niños.
Los
disfraces son otra historia; todos pululando nerviosos deseando que comience la
música y que digan sus nombres para recorrer orgullosos el escenario con poses
propias de lo que representan.
Bailarinas
que bailan, emoticonos con coreografías, piratas con cara de malos, ninfas y
princesas de cuento, cupidos a pares, sirvientas con plumero y delantal,
roqueros pero de los duros, forzudos con mancuernas de bola y bigotes de época,
los "GUIRIS". No faltaron hawayanas y guerreros maorís, un Spiderman,
la bella sin bestia, brujas elegantes con escoba, vaqueros con sombrero y
barba…
Por
supuesto, nuestro reconocimiento al esfuerzo de mamás, abuelos y papas que, con
imaginación, regalaron a sus hijos una tarde divertida y llena de ilusión.
Todos los chicos subieron al escenario y lucieron poses y sonrisas que no
tienen precio.
Terminó
el acto con una foto de grupo súper "bonica" y la asociación de
vecinos les regaló un bien merecido paquete de chucherías.
Así son los
críos, inocentes, creativos y geniales.
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