Estoy convencido que todos los
que hayan pasado por el Puerto de Mazarrón, al mirar hacia el Cabezo del Faro,
por la parte más próxima a La Isla, habrán visto unos restos que, a modo de
canales, recorren algunas zonas de su superficie. ¿De qué se trata? Es lo único
que queda de una factoría metalúrgica que se instaló allí a mediados del S. XIX
para el tratamiento de los minerales de plomo que se obtenían en los
importantes yacimientos mineros de Mazarrón.
Su origen se remonta a 1864
cuando en nombre de la Compañía Metalúrgica del Puerto se solicitaron casi
6.000 m2 del monte del faro (de propiedad municipal), para la instalación de
una fundición de minerales. Ésta se puso en funcionamiento en 1870.
Esta primera fundición es la que el
ferrocarril minero alimentaba de mineral, a la par que también lo descargaba
en los muelles para su transporte en embarcaciones hasta Cartagena.
En 1885, se constituyó la
Compañía Metalúrgica de Mazarrón (de capital hispano-alemán), que se hizo cargo
de la anterior fundición, ampliándola significativamente de manera que en 1886
se inauguraba un moderno establecimiento industrial con varios hornos de
calcinación y de fusión, provistos de chimeneas de hasta 15 metros de altitud y
4 metros de anchura en la base, con una capacidad de carga de 6 toneladas de
mineral cada 6 horas.
Esta magnífica fábrica, que
recibió el nombre de “Santa Elisa”, fue considerada “… de las mejores, si no la mejor que existe en este litoral y ha
venido a complementar la industria minera del distrito”. Y es que su
producción mensual, unas 1500 toneladas de plomo, constituía la mitad de todos
los lingotes que se obtenían entre las más de 20 industrias semejantes
existentes en Cartagena y La Unión.
La dirección de Santa Elisa correspondió
mayoritariamente a personal alemán, algunos de cuyos apellidos, como Hummer,
perduran en el Puerto. Sus directivos “se llevaban bien” con los de la Compañía
de Águilas, que eran los principales explotadores de las minas, y propietarios
del Ferrocarril, de manera que un ramal de éste penetraba directamente en la
fundición.
En la fundición llegaron a
trabajar hasta 500 personas. Su producción, en lingotes de plomo de 50 Kg.
tenía salida por mar, de forma que, según las crónicas de entonces, era habitual
ver fondeados en la bahía entre 15 y 20 veleros y hasta 5 vapores (Almagrera,
Carmen, Inmaculada, Concepción y Carolina).
Los desechos de la fundición
(cada horno generaba 30 toneladas de escoria cada 24 horas) se arrojaban directamente
al mar, por el lado de la Isla, dando lugar al llamado “Gachero” (“gachas”:
bolos de piedra ya sin mineral).
El constante descenso del precio
del plomo, y la disminución de la producción en los yacimientos de Mazarrón,
provocaron que en 1927, después de 40 años de producción, se apagaran
definitivamente los hornos de la metalúrgica “Santa Elisa”, despidiéndose a
todo el personal.
Las chimeneas permanecieron en
pie hasta mediados del s.XX en que fueron dinamitadas… En la actualidad solo
quedan allí esos pocos restos ruinosos, y no existe ni un triste cartel
informativo que recuerde la que, para Mazarrón fue una importantísima factoría.
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