No
siempre cuando uno tiene varios compromisos opta por el más cómodo. El que
escribe estos renglones tenía cuatro compromisos el viernes, día 14 de julio, y
se fue a Leiva, el más lejano.
La
información de María es muy fiable. Me resultó muy fácil llegar a la iglesia de
Leiva. Me acerco al grupo de asistentes y el protagonista cultural del evento
viene a saludarme gratamente sorprendido de mi llegada. Gracias a María.
Había
mucha gente conocida de la Universidad Popular y del mundo cultural del
Municipio, sin que faltaran algunos concejales, la alcaldesa y Antonio Balanza
de la Voz de
Mazarrón.
Inició
la presentación un joven alcalde pedáneo, agradeciendo la presencia de las
autoridades municipales y de todos los presentes. Siguió Juan Francisco,
haciendo reconocimiento público de la colaboración de Juan Soler y otras gentes
de la localidad en su investigación etnográfica. Siguió Alicia Jiménez, la Alcaldesa , que, por
costumbre, hace más directas y explícitas sus manifestaciones de aprecio cuando
es un particular el que ha realizado una gran contribución cultural al entorno
municipal.
La
presentación específica del libro estuvo a cargo de Mª. José Gómez, amiga del
autor, poetisa de la que conocemos algún libro, que concentró sus elogios en
unos versos muy sentidos. Juan Antonio Soler Clemente, Juan Soler, nació y
creció en un paraje cercano a Leiva, a cuya escuela fue de niño, compartiéndolo
con sus faenas de casa. Fue a la mili voluntario y año y medio después entró en
la Guardia Civil.
Mantuvo
desde niño su afición a leer y escribir, lo que consolidó ya jubilado y vuelto
a su tierra. Entre los suyos, profeta en su tierra, está desarrollando esa
admirable labor creativa y cultural, que ellos, sus paisanos, y sus amigos
apreciamos.
Mientras
me dirigía al coche, impaciente por llegar al siguiente compromiso, escuchaba
el pregón de las fiestas de boca de un joven, que se manifestó ligado al pueblo
y la iglesia: en el siglo XIX, 1874 si no me equivoco, unas lluvias
torrenciales arrasaron la localidad, sin que hubiera víctimas personales, y
destruyó la iglesia. Los vecinos se ofrecieron a reconstruirla entre todos y
fue la familia de los antepasados del joven pregonero la que cedió el terreno
para la nueva edificación.
Nos da
satisfacción la población que mantiene viva su historia.
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