Uno
no puede hablar de las fiestas de este año sin acordarse y mencionar a Isabel
Serrano, la difunta presidenta de la Asociación de Vecinos Playas de la Chapineta. Aún no
hace un año, le podía decir a esta mujer, a quien veía agotada, “Han sido las mejores que recuerdo en el
barrio; no ha habido un solo día malo”. Habíamos rebasado la 1:00h de la
madrugada y la animación seguía, al pleno.
Ninguno
podíamos suponer que antes de acabar el año nos iba a dejar, ni siquiera su más
que apenado marido, su pareja desde que eran adolescentes, compartiéndolo todo
a fondo, la pareja que todo matrimonio puede envidiar. Él sigue ahí,
colaborando, honrando su memoria, haciendo lo mismo que hacía hace un año.
Considero
que es lo mejor que se puede hacer en un caso así. Es una actitud positiva que
le honra y a la que le hemos animado. Me ha pedido fotos de las tomaba de las
fiestas de este año; le he pasado las de este y de otros anteriores, varios
cientos.
Desde
el primer momento, las fiestas han tratado de llevar un aire de normalidad a
pesar de la ausencia de esta persona y alguna dimisión de por medio. Así las
cosas, José Solano, el vicepresidente, hubo de asumir funciones de presidente,
después de haber renunciado. Este, con la generosa entrega de Pepe Moya y,
sobre todo, la labor incansable de Francisco Ramos, fueron capaces de
planificar las fiestas, llevarlas adelante y finalizar de la manera más
brillante, pasadas las dos de la mañana del día 24. En las fiestas se han
sumado un número de mujeres, las habituales de otros años. Pepa, Emilia,
Maruja…; que me perdonen las omisiones.
Desde
la primera tarde noche se ha abierto la cantina con barra y parrilla, música en
directo y bingo-jamón. Se ha ampliado el número de encuentros gastronómicos:
días de sardinada, de morcillada y algo más, de paella, de concurso de
degustación donde ha salido agraciada la master chef del evento. Alguno no
fuimos capaz de aguantar el calor de las horas centrales del día y nos perdimos
algo muy bueno, porque sé de anteriores ediciones que hay excelentes cocineras
en nuestra asociación.
Los
adultos han participado en su competición de dominó, los hombres; de parchís,
las mujeres; y por supuesto, han tenido su noche de baile de disfraces en los
que cada uno, hombre o mujer, hizo gala de su originalidad.
La
participación de la nueva generación en el concurso de dibujos y de disfraces
ha aumentado algo en número y, sobre todo, han mejorado en esmero y calidad.
No
han podido disponer de castillos hinchables por razones de seguridad que todos
podremos entender. En cambio, han disfrutado de juegos infantiles, al menos en
dos tardes, a cargo unas jóvenes muy diestras y dinámicas en su saber organizar
juegos y conseguir que los niños participen y disfruten. A ello hay que añadir,
en la tarde del sábado 22, una función de títeres, organizada por la Concejalía de Festejos
del Ayuntamiento.
Como decíamos, se quería que estas fiestas fueran iguales o mejores que en años anteriores. Se amplió en dibujo y disfraces el cupo de galardonados, no sólo un ganador y un accésit.
Nos
tomamos la molestia de fotografiar los dibujos y prepararlos para proyectarlos
en pantalla. Nos falló la tecnología en la fase final y hubimos de renunciar y
aplazarlo a una ocasión más idónea. Eso si supuso cierto retraso en la entrega
de premios y también una acumulación récord de asistentes que se mantuvo hasta
casi las dos de la madrugada. Un lleno de mesas y sillas.
Tras
los premios de los concursantes, se entregó una placa, no menos merecida, a
quien había dirigido las fiestas el año anterior, Isabel Serrano, que recogió
su viudo muy conmovido y emocionado.
En
esta ocasión, una reacción muy positiva de colaboración del último momento,
cuando cabría temer una desbandada, dejándolo todo en desorden. Hubo, en
cambio, la bastante buena fe y sentido de responsabilidad y un grupo no pequeño
de personas hizo que en quince o veinte minutos todo estuviera recogido.
No
faltaron compañeras que nos ofrecieran un ágape de despedida cuando rondaban
las 2:30h de la mañana. Las Fiestas del Carmen se desarrollaron bien y acabaron
mejor. Se ha percibido un ánimo evidente de continuar igual o mejor.
¡Que así sea!
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