Ha nacido un héroe, por Fina Casado
El domingo día ocho de septiembre
ocurrió un suceso que merece la pena contarse. Ese día el mar estaba
embravecido. Un fuerte oleaje alejaba a la gente de la orilla.
En algún momento alguien divisó a lo lejos una mujer que estaba luchando por salir del agua. Al principio no parecía alarmante ya que su pareja no mostraba ningún interés en ir por ella o pedir ayuda.
Pero de pronto alguien dijo: ¡esa mujer se está ahogando! Los brazos apenas se le veían, la resaca se la estaba llevando. Ya no estaban los socorristas. Había gente en el Rocola y en las casas de enfrente, pero nadie acudía a la llamada de socorro que hacia la mujer que gritaba: ¡help, help!
Y sin pensarlo dos veces alguien se lanzó al agua con gran peligro de su vida, sin ningún flotador ni una cuerda, ni nada que pudiera ayudarle para el rescate. Solo contaba con sus brazos y su gran voluntad de salvarla.
Pero el mar lo recordó. Vio a ese niño que antes de nacer ya pasaba muchas horas bañándose en el vientre de su madre, pues era donde menos pesaba ya que nació en septiembre y estaba escrito que tenía que estar allí ese día para salvar una vida.
Cuando al fin la pudo sacar, la gente que había acudido para ver cómo estaba le dijeron que tenía los ojos muy enrojecidos por el esfuerzo y si hubiera tardado tan solo unos segundos más habría sido tarde.
La chica estaba agotada y solo decía “sorry sorry”, muy avergonzada, por la imprudencia que había cometido para meterse en el mar así, pues podrían haberse perdido dos vidas.
No creo que nunca pueda olvidar el día que un hombre, al que no conocía de nada, le salvó la vida y se jugó la suya.
Ese hombre es mi hijo, Domingo Ruiz Casado, del que siento muy orgullosa; pero casi me desmayo cuando me enteré de lo que pasó.
Creo que merece la pena que se sepa que La Azohia también tiene un héroe.
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