Ludopatía en adolescentes murcianos (y III), por Juan M. Ortiz, Doctor en medicina
(continuación)
Otra actividad en la que se encuentra una evidente brecha de
género es en la frecuencia con la que han visitado páginas web para adultos con
contenidos de sexo o violencia. Mientras que la mitad de los varones responden
que lo hacen con una frecuencia de 1 a 7 veces a la semana, la inmensa mayoría
de las chicas afirman no hacerlo nunca o menos de cuatro veces en el año.
En ambos sexos son mayoría los
que hacen ejercicio, aunque con una proporción discretamente mayor en los
varones a la hora de hacerlo una o más veces semanalmente (82% frente a 61%)
mientras que predominan las mujeres entre los que practican ejercicio con menor
frecuencia (20% ellas frente a 8% en los chicos).
Es interesante que, entre
todas las actividades consideradas culturales en un amplio sentido, es el
deporte la única que los adolescentes practican con frecuencia.
La adicción al juego es
una más de las diversas adicciones, en este caso en el grupo de adicciones sin
sustancias o adicciones comportamentales (juego, sexo, compras, comida) frente
al más conocido y estudiado grupo de las adicciones a sustancias (alcohol,
tabaco, cannabis, heroína, cocaína, etc).
Como se señaló es un hallazgo
prácticamente universal que en las adicciones como el juego con apuestas
existe un predominio en los hombres frente a las mujeres lo que se
asocia con el rasgo de impulsividad más frecuente en los hombres. Otro rasgo
característico en los adictos es la tendencia a la inmediatez es decir la
necesidad de ser recompensado inmediatamente.
La mayoría de las personas con
trastorno por juego de apuestas presenta además otro trastorno mental. En
muchos casos es una depresión moderada o severa y generalmente tienen rasgos de
impulsividad exagerada. Los individuos dedican cada vez más tiempo al juego y
sufren una especie de síndrome de abstinencia con malestar psicológico cuando
se les impide apostar. Son personas discriminadas socialmente ya que son
identificados como elementos viciosos sin tener en cuenta que muchos de ellos
lo que tienen es un trastorno mental. Con la circunstancia agravante de que la
adicción al juego no está incluida en los tratamientos de los sistemas de salud.
Existen no obstante algunos
centros dedicados a la Prevención e Investigación en Adicciones
Comportamentales que si se generalizan podrán ser de ayuda a estas personas.
Cuando del estado de riesgo de
ludopatía se pasa a la situación de adicto al juego con apuestas el problema no
se queda en las posibles pérdidas económicas, sino que aumentan las
posibilidades de que la persona acabe excluida del entorno familiar, laboral y
social para terminar en prisión como ocurre con muchas adicciones. Es eso lo
que hace importante el conocer y disponer de cuantos más medios de prevención
sea posible. La mayoría de la población de 15 a 64 años ha jugado con
dinero en el último año (Encuesta EDADES 2022) y aunque en el grupo de
adolescentes no pase del 5% los que presentan riesgo de tener problemas con el
juego, es evidente que cualquier intento de prevención debe incluir a la mayor
parte del grupo ya que cada vez es mayor la proporción de los que lo hacen “en
línea”. Además, esta proporción está claramente en aumento con la edad e
incluso la brecha de género que todavía se observa en este tipo de adicción es
probable que evolucione como la que, en su momento, existía para el tabaco y el
alcohol y que ha desaparecido (e incluso se invierte para el tabaco en niñas)
como resultado de las modificaciones sociales en los roles de género.
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