sábado, 26 de agosto de 2017

ECO 37. COMIDA DE POBRES: ALMORTAS

Comida de pobres: Almortas, por Eva Sevilla Cervantes


La naturaleza, como sabia que es, nos provee de alimento, aunque nos empeñemos en arrasarlo todo a base de tiros y bombazos y, si no, que se lo pregunten a los abuelos que aún quedan en pie y que en su día hubieron de echar mano a cualquier recurso tanto vegetal como animal que se cruzara en su camino.


Le toca el turno a la famosa "Almorta" que, con su sencillez, salpica de color los senderos en Semana Santa. Las hay rojas, moradas, rosas, amarillas...: pero el oscuro pasado de asesina silenciosa, obligó a prohibir su consumo como alimento.


Dicen que murió mucha gente por comerla en la posguerra. Dicen que los más pobres sufrían de brutales vómitos y diarreas, que culminaban en parálisis progresivas sin importar edad ni sexo. Hablo del "latirismo" pero ¿realmente fue esta planta la responsable de tanto dolor?

Los excesos son peligrosos y no sólo de drogas, alcohol u otros vicios. En este caso era la necesidad urgente de llenar estómagos vacíos que se devoraban a sí mismos de puro hambre; los pobres, sin recursos, se tiraron al campo en busca de algo que acallara esa impotencia de ver morir a los hijos, platos huecos en estériles mesas.

La almorta fue la solución.

Sucedió en Barcelona, se desencadenó una epidemia de Latirismo, que solo se llevaba por delante a los famélicos que mendigaban un mendrugo; eran muchos. Los hospitales se desbordaban y los cementerios se atiborraban.

Los médicos investigaron y comprobaron que todas aquellas personas coincidían en su dieta diaria: gachas de almorta en el desayuno, gachas de almorta en la comida y, si alguno conseguía cenar..., gachas de almorta y pare usted de contar. Esta bella planta se quedó con el apelativo de asesina silenciosa (como el colesterol). Se prohibió su consumo, pero... ¿qué pasaría si solo pudiéramos comer tomates todo el día y durante meses... años? ¿Nos envenenaríamos con el exceso de carotenos? Quizás nuestros hijos se quedarían raquíticos, ¿sería el tomate otro terrible homicida? ¿O es el abuso la amenaza real?


Lathyrus silvestre o guisante silvestre es una delicada planta que germina a los bordes de caminos, busca el sol y se sirve de otros matorrales para llegar a lo alto y cuando aparece el fruto, una vaina pequeña repleta de diminutos guisantillos, desaparece sin más, hasta la siguiente Semana Santa que, como buen penitente, intenta purgar su mala prensa vistiendo al campo de pasión. Es semejante al altramuz y cuando se seca, se muele y da una basta harina que puede ser un complemento en antioxidantes muy efectivo, con moderación claro. No lo digo por las buenas; me he pasado muchos raticos leyendo sobre el tema antes de escribir esto, no animo a salir al monte y llenar seras de guisantes, pero tampoco hay que despreciarla; todo tiene su punto. Yo los he probado frescos, aún verdes y aunque pequeños, están dulces y jugosos.



Las investigaciones sobre esta planta se han retomado y, si sois amantes de la botánica, os diría que profundizarais en el tema. Si lo que queréis es verla en todo su esplendor, daos un paseo en los preludios de la primavera por Bocaoria. Merece la pena.

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