viernes, 20 de marzo de 2020

ECO.52 UN BUEN ENCUENTRO

Un buen encuentro, por A.F.García

En el pasado diciembre, el domingo 15 si mal no recuerdo, nos reunimos un grupo de amigos y compañeros del Club lectura de la Universidad Popular de Mazarrón y de la Torre de Santa Elena.
Casualmente éramos doce y alguien hacía alusión a los doce apóstoles, pero excluyendo que hubiera un judas en el grupo. Rehaciendo lo que era una sesión de la lectura de manera más relajada proponía, tras a los postres, los discursos. Es un decir, porque los que él llama discursos, incluso las suyas, son intervenciones breves. Este amigo, el patriarca del grupo, es una de las cabezas mejor amuebladas y sosegadas, y una de las mentes más claras que conozco.
En nuestro desaparecido “Café-tertulia” y en nuestros grupos de lectura siempre hemos pensado que se debía y se podía hablar de todo. En un momento, en que llevábamos unas semanas leyendo la Historia de Paul Preston, una de los participantes interrumpió para decir que eso era política y ella era católica. Nuestro amigo completó, con su serenidad habitual, que él se considera también católico y republicano. Por cierto, entre nosotros no importa lo que pueda ser cada uno en política, religión, o…
Cada uno habla libremente y los demás escuchan. Nadie descalifica jamás al otro ni siquiera intenta rebatirlo. Es deseable que participen todos y normalmente así es, pero no pasa nada si en alguna sesión renuncia a intervenir. Somos conscientes de que ese diálogo, debate amistoso, en que cada uno manifiesta su parecer nos enriquece a todos, ensancha nuestro punto de vista y horizonte intelectual.
De la sesión de cada martes, y la más larga, de esta sobremesa, salimos reforzados en nuestro grado de comprensión, empatía, cordialidad…; concluimos que es para nosotros uno de los mejores momentos de la semana.
Decía renglones más arriba que nuestro veterano amigo había iniciado la tertulia añadiendo algún comentario a los de la anterior sesión sobre los dos últimos libros leídos que nos había impactado mucho: El último encuentro y Patria.

         

De aquél nos impresionó su profundidad y su valoración de la amistad, situándola por encima de la infidelidad, lo que valora de una manera muy especial, muy diferente y superior a lo habitual.
En cambio, en Patria la amistad es lo que se quiebra de una manera dramática. Coincidimos en que esa extraordinaria obra, que se ciñe casi en exclusiva a dos familias de una pequeña localidad guipuzcoana, cada personaje simboliza un grupo social, encarna un prototipo en una dramática situación del País Vasco que todos recordamos, añadiendo aspectos que desconocíamos a ese grado de intensidad y profundidad. No aparcamos la trayectoria de Serapio, el párroco del pueblo de las dos familias en cuestión.
No sé si al hilo de esto uno de nosotros entró de lleno en el tema de la religión cristiana cuyo núcleo veía en los diez mandamientos. Otro, avanzando, lo sintetizaba al estilo de Jesús: amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas”. Este es el principal mandamiento. El segundo es “amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No hay mandamiento superior a éstos (Mc. 12:30 y 31).
Enseguida pregunta una tercera persona: “¿Quién ama a Dios así? ¿quién ama a los demás como a sí mismo? Y añade una cuarta que eso incluye lo interior de la persona. No se debe albergar odio o rencor a otra persona ni hacerle objeto de burla, humillación  o menosprecio. Continúa alguien diciendo que no admite ningún tipo de agresión física o síquica de una persona a otra.
La conversación sigue animada, cordial… sin que nadie muestre interés en saber la creencia del otro. Lo que sí pudimos comprobar es que hay un claro conocimiento del mensaje evangélico.

A continuación, empezamos a preguntarnos cómo en este entorno cristiano en que vivimos caben no solo la agresión, el asesinato, la violencia…sino también el odio y el rencor, la intolerancia y la xenofobia, la mentira y el falso testimonio, la ausencia de amor y compasión hacia el prójimo… ¿Cómo nos atrevemos a presumir de cristianos y católicos?

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