viernes, 20 de marzo de 2020

ECO.52 ¡POR FIN!

¡Por fin!, por A.F.García

Por fin tenemos Gobierno. La tercera presentación del candidato y la sexta sesión de investidura. En las dos primeras presentaciones el candidato se quedó casi solo con el apoyo de los diputados de su partido. La derecha y la izquierda coincidieron en su contra. En esta tercera presentación se le unió la mayoría de la izquierda y salió adelante por la mínima.
Las sesiones de esta investidura fueron de lo más bronco que yo recuerdo de nuestra actual democracia. Los extremos se explayaron, aparcando las buenas formas. Los tres grupos de la derecha compitieron en agresividad verbal y descalificaciones hacia el candidato, augurando un futuro apocalíptico.
Con sinceridad me atrevo a afirmar, convencido, de que es legítimo sentir preocupación por el futuro en este y otros momentos; pero no es honesto ni legítimo proclamar la catástrofe sobre un futuro, simplemente porque otro lleve el timón.
Con no menos conocimiento de la historia, los derechos humanos y el mensaje evangélico, me atrevo a afirmar convencido:
  • Es bueno que todos los grupos humanos, incluso los discordantes, participen en todos los foros sociales, en este caso el Congreso de los Diputados, y utilicen la palabra oral o escrita como arma única para defender sus derechos.
  • Para un buen gobernante de España es bueno que independentistas, abertzales, CUP, CDR… sustituyan la violencia, incluso la callejera, por la participación y el uso de la palabra en municipios, diputaciones o parlamentos. No se les debe prohibir ni estorbar. Son derechos humanos que recoge nuestra Constitución.
  • Para un observador extranjero o español sosegado no dimos, en esta investidura, la imagen de una democracia consolidada.
  • Sin pretender asegurar nada, sinceramente pienso que la actual situación puede tender un puente y abrir una puerta entre esos dos bloques, el nacionalista catalán y el nacionalista español. La dinámica actual es disparatada por ambos lados, suicida. Se está alimentando, por ambos lados, una tensión y nivel de intolerancia, que, por propia dinámica, generará más tensión.
  • Es necesario y urgente invertir la tendencia y el proceso. Desde la democracia se puede. No hay otro camino. La democracia ha podido con ETA, y el plan Ibarreche. Y podrá con esto. Llevará mucho tiempo, pero vale la pena intentarlo, con el convencimiento de que habrá resultado positivo.
  • Es necesario que nuestros líderes, tan exaltados y patrioteros, se serenen, no sean tan egocéntricos, piensen más en los 47 millones de españoles, que necesitamos de verdad la aplicación de derechos recogidos en nuestra Constitución y del mensaje evangélico, del que no pocos españoles presumimos. 


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